Aves devoradoras de zooplancton

Otro grupo de especies muy semejantes entre sí es el formado por los petreles piquianchos, adaptadas particularmente al consumo de zooplancton, que recogen y filtran con su pico de bordes laminados directamente a partir de la superficie de las aguas. Los petreles piquianchos, de color gris azulado por la parte superior y blanco por la inferior, con manchas oscuras en la extremidad de la cola y en los recubrimientos auriculares, son tan parecidos entre sí que hacen difícil su clasificación.



Además, observados desde un barco que navegue en mares agitados, resulta imposible distinguir entre sí las diferentes especies. Según W.B. Alexander, existen cuatro especies diferentes reunidas en el género Pachyptila, dentro del cual únicamente P. belcheri no presenta ninguna subespecie.



Cuales son las aves devoradoras de zooplancton



El tercer grupo, que consta de un mínimo de 24 especies, reunidas en los géneros Bulweria y Pterodro-ma, comprende aves de medianas dimensiones, pico bastante corto, robusto y ganchudo, difundidas por las zonas centrales de varios océanos. Las especies de mayores dimensiones son las que poseen las alas más largas, la cola redondeada y las que practican un vuelo más rápido.


Por lo que respecta a la coloración, la mayoría de especies son polimórficas, aun cuando los plumajes en su fase clara tengan el blanco más o menos localizado en la cara y zonas inferiores del cuerpo. Hay algunas especies que, hasta ahora, sólo se han encontrado en su fase oscura. Las dificultades con que se tropieza en la identificación incluso de ejemplares guardados en museos explican en parte que últimamente se haya descubierto una nueva especie del género Bulweria (B. fallax) por obra del ornitólogo francés del Museo de Historia Natural de París, C. Jouanin.

Gruiformes malgaches

Madagascar da albergue a tres especies de Gruiformes, de una longitud aproximada de 26 cm, reunidas en la familia de los Mesitornítidos. Se caracterizan por la extraordinaria reducción de las clavículas, posiblemente consecuencia de su escasa aptitud para el vuelo, así como por la presencia de cinco penachos de plumas especiales (plumeros). Estos plumeros, de crecimiento continuo, desempeñan la misma función impermeabilizante que el uropigio, pues se transforman en un "polvo" que es distribuido a través del pico y de las patas.



El plumaje de los Mesitornítidos es de color parduzco, castaño, gris y oliváceo por la parte superior y blanco o leonado con manchas por la inferior. Son exclusivamente terrícolas y viven en los bosques y boscajes donde, en la época de la reproducción, construyen un nido sobre matojos o arbolillos, a poca distancia del suelo, es decir, accesible sin necesidad de volar.



La familia de las aves gruiformes malgaches



Parece que ponen en él un solo huevo del cual, después de un corto período de incubación, nace un polluelo que, a las pocas horas, está ya en condiciones de seguir a sus padres y, a las tres semanas, puede iniciar una vida independiente.



La monia (Momias henschi) vive en la sabana cubierta de matojos de la parte sudoccidental de la isla. Parece que las hembras de esta especie se acoplan con diferentes machos, a los que corresponde el cuidado del nido y la incubación de los huevos. Las otras dos especies son la monia unicolor o polla malgache (Mesitornis unicolor), que tiene su habitat en los bosques fluviales de la zona este de Madagascar, y Mesitornis variegata, propia de los secos bosques nordoccidentales.

Las aves Procelariformes

Una característica común de la inmensa mayoría de los Procelariformes es su costumbre de regresar a las zonas de nidificación para ocupar el nido o la oquedad mucho antes de depositar en él un único huevo. Así, por ejemplo, los petreles llegan a las colonias inglesas en noviembre-diciembre, pero la puesta no empieza antes de mayo.



La pardela pichoneta, igualmente en Inglaterra, regresa en febrero y pone a finales de abril. Las poblaciones australianas de pardela chica (Puffinus assimilis) visitan en enero las escolleras de la costa occidental, pero aguardan el mes de junio para poner los huevos. En cuanto a la pardela pichoneta (Puffinus puffinus) y la pardela cenicienta (Procellaria diomedea), todavía no se ha estudiado suficientemente su situación en el Mediterráneo, aunque parece existir una cierta variabilidad entre las colonias.



Cuales son las aves Procelariformes



Es probable que haya que buscar la justificación de esta llegada tan precoz en la fortísima competición existente entre los adultos para encontrar un puesto en la colonia. La familia de los Proceláridos (Procellarüdae) a la que pertenecen las especies anteriores constituye el grupo más numeroso de los Procelariformes, e incluye, además, aves de considerable tamaño como el petrel gigante o fulmar gigante (Macronectes giganteus) que, con sus dos metros y medio de envergadura alar, tiene las dimensiones de un pequeño albatros. Según W.R.P. Bourne, los Proceláridos pueden dividirse en cuatro, grupos.

El primero comprende seis especies, los fulmares, de dimensiones entre medianas y grandes, aspecto macizo y cola corta. Hay cuatro especies pertenecientes cada una a un género monotípi-co propio que son exclusivas del hemisferio meridional, mientras que el género Fulmarus presenta formas muy parecidas en ambos hemisferios. La coloración varía desde el gris claro al tostado en las partes superiores, mientras que las inferiores pueden ser claras u oscuras en una misma especie, según la fase en que aparezcan. La única especie de color blanco puro es el petrel de las nieves, Pagodroma nivea, presente únicamente entre los hielos antarticos.



Los fulmares poseen un pico más bien ancho, provisto de un sistema de laminillas filtrantes (salvo en el fulmar meridional, Fulmarus glacialoides) que revela sus hábitos alimentarios originarios: en otros tiempos todas estas aves debían alimentarse primordialmente de plancton, si bien hoy la mayoría se nutren de los desechos arrojados al mar por los barcos de pesca industrial. Algunas especies han aprovechado este nuevo recurso alimentario, para aumentar considerablemente sus poblaciones y extender su zona de nidificación.

Aves buscadoras de babosas

El carao (Aramus guarauna) es el único representante de la familia de los Arámidos y está difundido desde el sur de Georgia y Florida hasta las Antillas y el centro de Argentina. Mide entre 58 y 70 cm de longitud, posee un pico largo y ligeramente curvado, el cuello alargado y el plumaje de color oliváceo con jaspeados blancos.



Observa costumbres terrícolas y está en condiciones de volar con una cierta desenvoltura, pues se mueve muy bien entre las ramas de los árboles de las zonas pantanosas.



Cuales son las principales aves buscadoras de babosas



En la época de la reproducción construye un nido muy tosco con vegetales que apenas sobresale del agua, sobre los matojos o incluso en la copa de los árboles bajos. Pone entre cuatro y ocho huevos y en la cría de los polluelos, que son nidífugos y nacen con el plumón de color castaño oscuro, participan tanto el padre como la madre.



Su alimentación está constituida casi exclusivamene por caracoles de agua dulce, especialmente los del género Ampullaria, que encuentran entre el fango o en aguas someras o bien en las orillas de los pantanos.

La función de los sexos en las aves

Los miembros de la familia de los Turnícidos, todos ellos del Viejo Mundo, recuerdan por su aspecto a las codornices por una parte y a los Columbiformes por otra. Son los llamadas torillos, que carecen de pulgar en sus patas, de ahí el nombre de hemípodos que se les aplica y que significa medio pie. Se trata de aves que viven en los ambientes de vegetación herbácea, típicamente tropicales o subtropicales; poseen alas cortas y redondeadas, con una cola también corta; por su plumaje recuerdan a las codornices, si bien tienen el pico algo comprimido lateralmente.

Entre los Turnícidos, los colores más vistosos y las mayores dimensiones corresponden a las hembras, que se encargan también de las luchas por la posesión del macho y mantienen parte activa en el cortejo. Es evidente que se asiste a un caso típico de inversión de funciones de los sexos.



Durante la época de la reproducción, la hembra, que posee unas particulares estructuras de los órganos vocales, emite una sonora llamada y, así que atrae al macho, comienza a caminar solemnemente a su alrededor con postura arrogante y la cola levantada, dando fuertes patadas y picotazos en el suelo.

En cuanto ha puesto los huevos en el nido, excavado apenas entre la vegetación herbácea, la hembra deja de ocuparse de nada más y abandona al macho, que queda al cuidado de la incubación y de las crías. Por lo observado tanto en la naturaleza como en cautividad, la hembra es polígama y pone sus huevos en los nidos de diferentes machos.

Es también curioso el típo de desarrollo de los pollitos que, transcurridos 12-13 días de incubación (período extraordinariamente corto tratándose de polluelos nidífugos), nacen recubiertos de plumón, siguen inmediatamente a su padre y, al cabo de dos semanas, están en condiciones de volar bastante bien y de ocuparse de sí mismos, pese a que todavía permanezcan un cierto tiempo junto a su padre.

Cuando cumplen unos quince días, inician los cambios de plumaje: primeramente pasan del plumón al plumaje juvenil, a continuación se produce una muda completa y se pasa al plumaje adulto, y posteriormente, al nupcial y postnupcial. Alcanzan bastante pronto la madurez sexual, lo que provoca que una hembra pueda poner los huevos a partir del cuarto o quinto mes de vida.



Cual es la función de los sexos en las aves



El género típico de la familia, Turnix, comprende no menos de 13 especies, seis de las cuales viven en la región de Australasia, mientras que las restantes están ubicadas en África, Madagascar, las zonas más cálidas de Asia y una sola de ellas llega hasta el sur de España: el torillo común (T. sylvatica).

Éste posee las zonas superiores de color gris rojizo, con manchas y rayas negruzcas, y las regiones inferiores de color más claro, a excepción del tinte leonado de los flancos y del pecho. Son bastante parecidos otros hemípodos, como suscitator (de Asia oriental y de la India), cuya hembra posee el cuello y el pecho coloreados de negro durante el período de la reproducción, y el torillo gigante (T. ocellata) de la isla de Luzon, en las Filipinas. Las especies más pequeñas son las australianas, que se caracterizan por su pico particularmente robusto, como en el caso del torillo de pecho rojo (T. pyrrhothorax).



El otro género de la familia es monotípico y comprende la especie Ortyxelos meiffrenii, que se encuentra en la zona árida y poblada de matojos de la franja tropical que se extiende desde el Senegal al África oriental.

Éste posee las partes superiores del cuerpo de color rojizo y las alas blancas y negras. Los torillos viven escondidos en las zonas áridas o incluso pantanosas, en las sabanas, en los terrenos abiertos o en el boscaje; sólo en raras ocasiones emprenden el vuelo y prefieren esconderse o huir corriendo.

Se alimentan de semillas de gramináceas, pequeños insectos y aquellos pocos invertebrados que pueden encontrar escarbando en tierra. Los torillos beben moviendo las dos piezas del pico y sin levantar la cabeza del agua, como hacen los pichones, y gustan de practicar los baños de arena, como los galliformes. Son casi todos sedentarios, aun cuando hay algunas especies migratorias o nómadas.

Las danzas colectivas de las grullas

En las zonas septentrionales de la región holoártica, desde el Mar del Norte al Pacifico, desde Alaska hasta el Labrador, la sonora llamada de "trompeta" de las grullas anuncia la llegada de la primavera. Se trata de bandadas que vuelan en formación en "V" y que, desde las zonas meridionales donde pasaron el invierno, regresan a los lugares de nidificación.

En las ¡andas de Eurasia vive, entre otras especies, la grulla común, una de las pocas especies de grullas del hemisferio septentrional a las que todavía es posible calificar de "común". Efectivamente, las restantes especies son extremadamente reducidas en cuanto a número y, tanto en el continente asiático como en el norteamericano, algunas se encuentran al borde de la extinción.


Asi que llegan de las regiones africanas y sudasiáticas donde pasaron el invierno, las grullas comunes forman grupos constituidos por diferentes núcleos familiares, compuestos de una pareja de individuos adultos y de diferentes individuos jóvenes, nacidos en la temporada anterior o incluso uno o dos años atrás.

Cuando el dia comienza a alargarse y la luz de la luna ilumina durante muchas horas la noche boreal, el observador atento que sienta deseos de estudiar el comportamiento de estas elegantes aves podrá llegar, orientándose por sus sonoras llamadas, hasta el lugar donde se entregan a sus "danzas" colectivas. En silencio, apostado al amparo de algún matojo, si la suerte lo acompaña y el frió de la noche no se lo impide, podrá asistir a uno de los espectáculos naturales más sugestivos que imaginarse pueda. Las aves primero se alimentan tranquilas durante un cierto tiempo.



De repente, una de ellas, irguiendo el cuello como para comprobar que a su alrededor reina la tranquilidad y que no hay depredadores a la vista, abrirá sus grandes alas y, después de proferir un grito metálico: "¡gru!", levantará de manera rítmica y alternativa sus patas al tiempo que dará un salto al aire.

Inmediatamente después, acompañándose de alguna otra señal sonora, el mismo animal hará una especie de inclinación con el cuello extendido, casi hasta tocar el suelo con la cabeza. Al llegar a este punto, en rápida sucesión o casi simultáneamente, se contagiará a los demás miembros del grupo el frenesí del "baile". Contempladas a la luz de la luna, las sombras de estas aves parecerán los fantasmas de una extraña zarabanda en la que los cadenciosos movimientos irán acompañados de imprevistos y súbitos "tañidos de trompeta".



Como son las danzas colectivas de las grullas



Tal vez la lejana y lúgubre risa de un colimbo o el aullido de una zorra añadan un toque de misterio a ese espectáculo que se repite invariablemente año tras año. Al cabo de un tiempo, tan de repente como se había iniciado, terminará el espectáculo y las grullas, después de recomponer sus plumas, volverán a transformarse en oscuras siluetas recortadas sobre la luz diáfana del cielo. De pronto batirán las alas y las grullas levantarán el vuelo y se perderán en el corazón de la noche.

Pero volverán a posarse más lejos y seguramente repetirán la misma danza, cuya reanudación podrá intuirse a través de las señales sonoras que se escuchen.



Durante muchísimo tiempo las danzas de las grullas fueron consideradas una componente fundamental del ceremonial del cortejo y, en consecuencia, se vincularon al ciclo reproductivo.

Sin embargo, parece que se ha comprobado en la actualidad que estas exhibiciones tienen un significado social y denotan más bien un estado de ánimo. Subsiste el hecho, sin embargo, de que las grullas comunes, al igual que otras muchas especies de grullas, fuera del período reproductivo se abandonan a menudo a este tipo de danza, cuyo significado en el plano comportamental está todavía por aclarar. Es posible que, al igual que ocurre en otras especies sociales, las exhibiciones reciprocas con respuestas iguales por parte de los respectivos individuos sirvan para consolidar los vínculos de pareja o de grupo familiar.

Por otro lado también pueden ser el resultado de una situación de conflicto en que la tendencia a luchar por una parte y a permanecer unidos por otra alcancen la misma intensidad y desemboquen en actitudes ritualizadas que neutralicen las tensiones sin llegar a formas de auténtica agresión. En términos poco científicos, aunque bastante gráficos, podría decirse que las grullas, a través de la danza colectiva, dan salida a todos los malos humores y tensiones reprimidas que con tanta frecuencia origina la vida en común.

La incubación en las aves

La incubación, que se prolonga durante un mes, corre a cargo de ambos progenitores, cuando menos hasta que se abren los primeros huevos. En ocasiones, después del nacimiento de las dos primeras crías, amorosamente atendidas por los adultos durante bastante tiempo, son abandonados los demás huevos para evitar que se abran y nazcan más crías.



Aunque efectúan una sola puesta al año, si se pierden los primeros huevos, puede haber una segunda nidada. Los polluelos, en el momento de nacer, están revestidos de plumón de color claro, con rayas oscuras muy marcadas; en ciertas especies, cuando las crías salen del cascarón tienen en la cabeza zonas desnudas de vivos colores. Hasta pasados dos años no se cubren de una librea igual a la de los adultos.



La única excepción está representada por el somormujo americano, cuyas crías nacen cubiertas de plumón claro en las zonas inferiores y gris humo en las superiores, con tonos uniformes y desprovistos de cualquier tipo de franja.



Como es la incubación en las aves



Ciertos autores atribuyen al factor coloración los intercambios que ocurren a menudo entre las crías, las cuales pasan de unos padres a otros, como si éstos no distinguieran del todo si corresponden o no a su nidada.

Sin embargo, existe otra interpretación que supone que, puesto que el somormujo americano, a diferencia de todos los demás componentes de la familia de los Podicipítidos, anida casi siempre formando pequeñas colonias, cabe considerar el intercambio de hijos como un hecho comportamental completamente natural.



A las crías de somormujo les gusta también hacerse transportar a lomos de sus padres, donde se esconden entre las plumas, por las que asoma únicamente su pequeña cabeza rayada.



En ese cómodo refugio pasan buena parte del primer período de su vida, incluso cuando el adulto se zambulle en el agua. No hay duda que tal comportamiento obedece al hecho de que las crías todavía no saben nadar con soltura, debido entre otras cosas a que su plumón no es impermeable. Sin embargo, en cuanto están en condiciones de valerse por sí mismas, los adultos se desprenden de ellas.

Las luchas entre los pavos

A la familia de los Meleagrídidos se adscriben únicamente dos especies: el pavo común (Meleagrls gallopavo) y el pavo ocelado (Agriocharis ocellata). El primero, del que derivan las formas domésticas, está difundido en estado salvaje entre los Estados Unidos orientales y el sur de México. Muestra una complexión robusta y una longitud máxima de 110 cm.

Su cabeza es pequeña comparada con el cuerpo y posee un robusto pico; tiene la cabeza y el cuello desnudos y recubiertos de verrugas, una de las cuales cuelga a partir de la base del pico y es eréctil. En la parte superior del pecho presenta un largo mechón de cerdas, más desarrollado en los machos. Los machos son de mayor tamaño (más de 10 kg) que las hembras (máximo, 5 kg) y poseen el plumaje de color oscuro, con reflejos bronceados, verdes y cobrizos.



La reproducción va precedida por un ruidoso cortejo, en ocasiones violento, durante el cual el macho abre la cola en abanico, toca el suelo con las alas semiabiertas, pegadas al cuerpo, y retrae la cabeza hacia el lomo, al tiempo que emite un extraño y sonoro resoplido. Entre los machos se libran furiosas luchas, con el resultado de que el vencedor reúne a su alrededor un cierto número de hembras que, en una depresión del nivel del terreno, al amparo de la vegetación, pondrán entre 8 y 15 huevos.



Como son las luchas entre los pavos



Los pollos nacen al cabo de un mes y son atendidos por la madre. Una vez terminado el período de reproducción, los pavos continúan observando una vida social, si bien aparece una auténtica segregación de los sexos, en virtud de la cual los grupos se componen únicamente de hembras o de machos por lo que a los adultos respecta, mientras que los jóvenes de ambos sexos todavía seguirán mezclados durante un cierto tiempo. Una de las actividades diarias más regulares es la de abrevarse, que se practica por dos veces en el curso de las 24 horas y que en la práctica condiciona la distribución de los grupos.

En efecto, rara es la vez que los pavos se alejan de las zonas donde abunda el agua. Su alimentación es vegetariana aunque se complementa con insectos, sobre todo saltamontes, así como por pequeños anfibios y reptiles.



El pavo ocelado, actualmente limitado al norte de Guatemala y a la parte norte de Belice, se distingue del anterior por sus menores dimensiones, por poseer las partes desnudas de la cabeza, de color azul y provistas de carúnculas rojas, y por la presencia de ocelas azules bastante evidentes en la cola. Su comportamiento social es, en parte, diferente debido a que, una vez transcurrido el período reproductivo, no se produce la segregación de los sexos.

Estas dos especies habían sido en otro tiempo muy numerosas y estaban distribuidas en una zona mucho más extensa que la actual. Vale la pena recordar que en Nueva Inglaterra desapareció el último pavo salvaje hace aproximadamente un siglo. Gracias a las medidas de protección, ha podido salvarse la especie, lo cual es válido también para el pavo ocelado; con todo, en la actualidad estas aves están en fase de expansión en otras regiones.

El somormujo lavanco

Pocas especies animales han sido estudiadas tan intensamente en todos sus aspectos como el somormujo lavanco, que es además uno de los representantes más vistosos y de mayores dimensiones del orden de los Podicipitiformes. Se trata, en efecto, de un ave acuática por excelencia, que no abandona el liquido elemento hasta que, una vez construido el nido, generalmente flotante, se ve obligada a incubar los huevos. Aparte de esto, durante la primera semana a partir del momento en que se rompe el cascarón, tiene que ocuparse de proteger y dar calor a sus crias.

Éstas casi inmediatamente después de nacer están en condiciones de nadar; y cuando se cansan, buscan refugio en el lomo de sus padres (entre las dos alas replegadas). Pese a ser bastante gregario en determinados períodos, el somormujo lavanco no suele reunirse nunca en grupos numerosos. A veces, sin embargo, se han observado hasta cien individuos juntos. Las aglomeraciones mayores se producen durante el periodo de la muda —época en que los somormujos lavancos se quedan un cierto tiempo sin sus plumas remeras y, por consiguiente, no están en condiciones de volar— o bien hacia finales de invierno y principios de primavera.



En este último caso cabría explicar ¡a aglomeración con el hecho de que, en este período, no abunda el alimento, lo que provoca que se reúnan alrededor de las pocas fuentes de alimento un cierto número de individuos. Al propio tiempo, comienzan también a formarse parejas en el interior del grupo, al principio poco estables, pero que lo serán muy pronto gracias a la consolidación progresiva de los "vínculos" afectivos a través de rituales de cortejo particularmente vistosos, en el curso de los cuales se producen las exhibiciones de todos los ornamentos del plumaje.

La duración del vinculo de la pareja (los somormujos lavancos son monógamos) puede variar y disolverse inmediatamente después de la nidificación, o bien prolongarse durante más tiempo o, finalmente, relajarse durante un cierto tiempo para volverse a restablecer en otoño. En algunos casos la pareja permanece unida durante todo el año. Padre y madre se ocupan de la prole, pero entre los jóvenes y los adultos se establecen relaciones un tanto singulares. En efecto, cada uno de los progenitores se ocupa sólo de una parte de los hijos y "reniega", por asi decirlo, de los demás, precisamente de aquellos que son atendidos por el otro progenitor.

Asi pues, cada adulto tiene únicamente a su cargo, para alimentarlos, el hijo o hijos elegidos y es frecuente que maltrate a los restantes cuando se le acercan.



Características del somormujo lavanco



A modo de contraste con este sistema de "educación" tan rigido aplicado a los pequeños somormujos, cuando se dan dos incubaciones por pareja, es frecuente que los nacidos en la primera ayuden a los padres a alimentar a los más pequeños. Son evidentes las ventajas colectivas de un comportamiento tan altruista como el que acabamos de citar; menos clara resulta, en cambio, la ventaja individual, aun cuando no se excluye que el espíritu de imitación de los jóvenes pueda constituir una fuerte motivación.



El territorio puede ser defendido durante todo el año, aunque adquiere un significado muy concreto durante la reproducción, cuando el territorio familiar comprende las zonas de 'pesca" y las de refugio, aparte por supuesto del espacio de nidificación propiamente dicho. El esquema indicado es válido en condiciones óptimas, es decir, cuando hay abundancia de alimento (sobre todo peces) y de vegetación adecuada.

Las cosas cambian cuando el alimento comienza a escasear, pues entonces los somormujos levantan el vuelo y se dirigen a otras zonas para buscar alimento o escoger zonas de pasto comunes. En cuanto al comportamiento antagónico, puede decirse que la hostilidad no se manifiesta mas que en ocasión de las disputas territoriales o amorosas. Uno y otro sexo defienden enérgicamente sus propios derechos, aunque los más agresivos son los machos.



Se han descrito toda una serie de actitudes características que a menudo no son otra cosa que actos ritualizados. Para el observador atento resulta particularmente fascinante la llamada "danza del pájaro bobo" o bien el intercambio de material para el nido, de peces o de otro alimento cualquiera. Todos los ritos amorosos van acompañados de curiosas voces y llamadas mediante las cuales estas aves consiguen comunicarse.

El comportamiento de los somormujos en general, y del somormujo lavanco en particular, muestra una gran afinidad con el de otros grupos de aves acuáticas. Seria licito suponer, pues, una cierta afinidad morfológica y genética entre somormujos y colimbos. Ciertos investigadores, sin embargo, entre ellos el americano G. Sibley, pudieron demostrar con diferentes criterios la ausencia total de relaciones con cualquier otro grupo de aves acuáticas. La situación sistemática de los somormujos es, pues, un problema que interesa al ornitólogo en general y que exige un mayor perfeccionamiento de los métodos de investigación. La extraordinaria semejanza que presentan con los colimbos se reduce, pues, a un fenómeno de convergencia evolutiva.

La defensa de las aves jóvenes

Cuando un extraño se aproxima al nido, los jóvenes ponen en marcha un curioso mecanismo de defensa: "escupen" contra el importuno una secreción oleosa contenida en el estómago. En realidad, esta reacción es propia de todos los Procelariformes, con un proventrículo relativamente grande, provisto de una mucosa que forma "crestas" longitudinales.



Esta estructura particular permite la abundante producción de este tipo de sustancia, casi siempre de un color rojo anaranjado que, al ponerse en contacto con el aire, adquiere un aspecto ceroso. Aparte de su función defensiva, sirve además para impermeabilizar el plumaje, lo que queda demostrado con el hecho de que a menudo los albatros segregan este "aceite" a través de la nariz y, con ayuda del pico, lo esparcen sobre las plumas.

Muchas aves, cuando están asustadas, regurgitan el contenido del canal alimentario, no sólo para arrojarlo sobre su "enemigo" sino también para aligerarse y poder emprender más rápidamente la huida. Es probable, pues, que el hecho de que los Procelariformes escupan no constituya sino un perfeccionamiento de este mecanismo.



Como es la defensa de las aves jóvenes ante los ataques



Las especies que actualmente se reconocen como pertenecientes al género Diomedea son alrededor de una docena, mientras que se atribuyen al género Phoebetria tan sólo dos especies. El albatros por excelencia es el albatros viajero (Diomedea exulans), la especie de mayores dimensiones, con una apertura alar que supera los 3,30, m y en la que, caso excepcional entre los albatros, existe un dimorfismo sexual en la coloración del plumaje. No se debe al azar que esta ave lleve el nombre de viajera, pues se sabe de un individuo anillado en el nido y capturado a más de 10 ООО km de distancia.



En aguas árticas, además, se ha encontrado el albatros de cejas negras (Diomedea melanophrys) que, al igual que la especie anterior, anida en el hemisferio meridional y se mueve entre los 30° y los 60° de latitud sur. Las especies de distribución más meridional, que anidan en pequeñas colonias, pertenecen al género Phoebetria y no sólo difieren de los demás albatros por su coloración oscura y uniforme sino también por su cola más larga, en forma de cuña, y por su anillo blanco periocular.

Aves de las tormentas

Los paíños o aves de las tormentas, pertenecientes a la familia de los Hidrobátidos (Hydrobatidae), presentan dimensiones que varían entre las de una golondrina y las de un estornino, lo que hace que sean considerados como las aves pelágicas más pequeñas del mundo.

Tienen color oscuro, ceniciento, reavivado a veces por una mancha posterior blanca. Sus patas delgadas y bastante largas en relación con las dimensiones corporales presentan los dedos anteriores reunidos por una membrana (el primer dedo es sumamente pequeño o suele faltar). Las alas son bastante largas y la cola es cuadrada u horcada.



Desde el punto de vista estructural no existen grandes diferencias entre las aves de las tormentas y las pardelas, y, según opinión de algunos autores, no sería necesario subdividirlas en dos familias. Con todo, las veinte especies de paíños que actualmente se conocen son tan semejantes entre sí que parece lógico reagruparlas en una familia aparte. Por razones de conveniencia las aves de las tormentas pueden separarse en dos grupos, adscritos a cada uno de los dos hemisferios.

Las especies "meridionales" (entre siete y nueve según los diferentes autores) tienen alas más redondeadas, cola cuadrada y patas provistas de tarsos largos y de dedos cortos. Son sobre todo estas aves las que tienen la costumbre de "andar" sobre las olas con las alas desplegadas, comportamiento que precisamente les ha valido el nombre de "aves de San Pedro", por recordar a los marineros el "paso sobre las aguas" del apóstol. En realidad, lo que hacen estas aves es remover la superficie de las aguas para apresar más fácilmente los pequeños organismos marinos de que se alimentan.



Cuales son las aves de las tormentas



El prototipo de aves de las tormentas del hemisferio meridional es el paino de Wilson (Oceanites oceanicus) que, con toda probabilidad, es también la especie que cuenta con el mayor número de individuos. El grupo "septentrional" de las aves de las tormentas, en cambio, comprende como mínimo doce especies, también muy semejantes entre sí, cuyo origen evolutivo no está demasiado claro pese a que algunos, como W.R.P. Bourne, sostengan que se diferenciaron de un único antepasado "meridional" de costumbres altamente migratorias (y, por consiguiente, inclinado a invadir ambientes lejanos), como podría ser el paino de Wilson. Su vuelo recuerda el de las mariposas y las evoluciones que describen en el curso del mismo se parecen mucho a las de los charranes comunes. El mayor número de especies se localiza en el Océano Pacífico, donde encuentran una gran concentración de recursos alimentarios distribuidos a lo largo de las grandes corrientes.



Los Hidrobátidos no se apartan demasiado, en cuanto a costumbres, de las especies más grandes pertenecientes a las demás familias del orden de los Procelariformes. En la época de las incubaciones se reúnen en los islotes más remotos y deshabitados para excavar, en tierra o entre la vegetación, los agujeros que han de servirles de nido.

Es corriente, sin embargo, que depositen el único huevo que ponen en las anfractuosidades de alguna roca o en la madriguera de alguna otra ave. Sucede a veces que, antes de la puesta, el macho y la hembra estén juntos en la madriguera, donde al parecer se produce el acoplamiento.

No se conoce con detalle el cortejo de los hidrobátidos, dadas las grandes dificultades que plantea observar las costumbres de estas aves nocturnas que, por añadidura, desarrollan gran parte de su vida en el interior de la madriguera que ellos mismos excavan. Se sabe, sin embargo, que muchas aves de las tormentas realizan curiosos vuelos en círculo sobre el nido, a la vez que emiten extrañas vocalizaciones de tonos dulces y melodiosos como el paino de Leach (Oceanodroma leucorrhoa) o ásperos y guturales como el paino de Wilson.

El nido del albatros viajero

El albatros viajero, con una envergadura alarde más de tres metros es el ave voladora más grande de todas cuantas viven en la actualidad. Esta especie, conocida también como albatros vagabundo como indica su nombre latino (exulans), al igual que todos los demás albatros, anida y pasa una buena parte de su ciclo vital en los mares del hemisferio meridional.

El número de parejas nidificantes actualmente existentes parece oscilar entre las 10000 y las 20000. Una de las colonias de albatros viajeros mejor estudiadas está en Georgia del Sur, tierra insular subantàrtica que alberga como minimo 5 000 parejas nidificantes. Además de Georgia del Sur, entre las islas que dan cobijo a los albatros viajeros pueden citarse las Kerguelen y las Crozet. El nombre de viajero con el que se conoce a esta especie resulta sin duda muy acertado.



En Australia y Nueva Zelanda se han recogido ejemplares anillados en Georgia del Sur, es decir, individuos que hablan recorrido un enorme trayecto, considerando que, antes de llegar a la meta, hablan tenido que sobrevolar las costas antarticas.



Del único huevo puesto, a las seis semanas de iniciada la incubación nace una cria, que será atendida durante un periodo de tiempo muy largo, razón por la cual estos animales crian únicamente cada dos años. Los primeros en llegar al territorio de nidificación son los machos, al iniciarse la primavera austral: generalmente, una vez posados en tierra, permanecen largo tiempo junto al viejo nido, en muchos casos muy deteriorado o casi totalmente destruido.

El significado de la anticipación de los machos se hace evidente cuando aparece la hembra por vez primera. En efecto, antes de poner los huevos acostumbra hacer una visita al nido (raramente dos o tres visitas). Generalmente, los "aterrizajes" no sirven en este periodo más que para satisfacer el deseo de acoplarse, pues si el "marido anterior" no está presente, la hembra se acopla con otro macho.

Cuando llega la hembra, el macho deja de ocuparse de los demás machos e inicia las ceremonias de saludo, consistentes en realidad en exhibiciones reciprocas y sonoros golpes dados con el pico, apertura de las alas y posturas estáticas. Todas estas ceremonias apuntan sobre todo a consolidar los antiguos vínculos que mantienen unida la pareja. En el caso de formación de nuevas parejas, las ceremonias -cuya función es entonces la de reconocimiento individual definitivo — se prolongan durante más tiempo y en su inicio están menos .sincronizadas.



Como es el nido del albatros viajero



El macho se encarga de preparar el nido y permanece en su territorio, mientras la hembra continúa en el mar para hacer acopio de energías. Sólo poco antes de la puesta, la hembra termina el nido con el material ofrecido por el macho. Asi que está terminado, el nido parece una copa hecha de fango, terrones, hierbas y liqúenes, es decir, de todos aquellos materiales que el ambiente desolado de las ventosas y filas islas oceánicas puede ofrecerle. Hasta la puesta del huevo, además del consorte legítimo otros machos rondan a la hembra, ante la que se exhiben y con la cual intentan acoplarse. Una vez ocurrída la puesta, todo el ritual pasa a convertirse en un sistema de reconocimiento simple y eficaz para el "cambio de guardia" entre los dos cónyuges.

Todas estas normas regulan rigidamente el comportamiento de la hembra que, una vez iniciada la incubación, se niega a acoplarse de nuevo. El macho, en cambio, que en conjunto ha gastado menos energías que su consorte, todavía se siente con fuerzas, por lo que dirige su vitalidad hacia otras actividades, entre ellas la de empollar los huevos, debiendo a menudo arrancar del nido por la fuerza a la hembra para sustituirla.

Si un depredador intenta aproximarse al nido mientras el albatros empolla, éste se pone inmediatamente a la defensiva, dispuesto a abalanzarse sobre el intruso, al tiempo que golpea las dos piezas del pico y emite un fuerte ruido, semejante al de las castañuelas.



Los cambios regulares que van produciéndose a lo largo de la incubación tienen lugar por término medio cada 5-6 dias; por consiguiente, como la incubación dura unos 78-79 dias, hay unos 12 turnos. Con la llegada del invierno nace la cria, protegida alternativamente por sus padres.

Mientras uno de los dos se queda con el polluelo, el otro se dirige al mar en busca de alimento para él y para el hijo, que a los 30 días ha alcanzado ya los tres kilos y es demasiado voluminoso para que los adultos sigan cubriéndolo para protegerlo de la intemperie.

Poco a poco van mermando los alimentos y, a pesar de las temperaturas progresivamente más bajas, las crias dejan de ser atendidas. En su nido, el joven albatros viajero queda a merced del frío, del viento, de la lluvia e incluso de la nieve, abasteciéndose sólo con sus reservas de grasa. Una vez agotada ésta y después de casi nueve meses (verdadero récord de permanencia en el nido), se convierte en adulto y, por fin, levanta el vuelo y se aleja mar adentro.

Las aves Gruiformes

Únicamente unas cuantas semejanzas en la anatomía y en el esqueleto reúnen en el orden de los Gruiformes (Gruiformes) nada menos que doce familias, que se distinguen todas de los grupos más próximos, es decir, de los Galliformes y de los Caradriformes. Poseen un cuerpo estilizado y más bien alargado, nunca más largo que las patas, que tienen cuatro dedos, el pulgar situado por encima de los restantes y reducido o ausente (en los Euripígidos se encuentra al mismo nivel que los demás).


Las patas no son palmeadas, si bien en los Heliornítidos y en algunos géneros de otras familias los dedos están bordeados por unos lóbulos membranosos. Su coloración no suele ser vistosa, los sexos son generalmente parecidos, la nidificación acostumbra producirse en el suelo y las crías nacen precoces y totalmente recubiertas de plumas.



Cuáles son las principales aves Gruiformes



He aquí las familias: Gruidos (Gruidae), Otídidos (Otididae), Rálidos (Rallidae), Turnícidos (Turnicidae) del Viejo y del Nuevo Mundo; Heliornítidos (Heliornithidae) de África y de América del Centro y del Sur, así como del sudeste asiático; Mesitornítidos (Mesitornithidae) de Madagascar; Ará-midos (Aramidae) de América del Centro y del Sur; Psófidos (Psophiidae), Euripígidos (Eurypygidae), Cariámidos (Cariamidae) de América del Sur; Pedionómidos (Pedionomidae) de Australia y Rinoquétidos (Rhynochaetidae) de Nueva Caledonia.

La familia de los Cariámidos

Las dos únicas especies de la familia de los Cariámidos tienen un aspecto verdaderamente singular, debido a que reúnen las características de las grullas (patas), de ciertos galliformes (cola) y de las avutardas (cuello, cabeza y pico).



Su plumaje es suave y bastante laxo, de un gris-pardo claro, jaspeado con tonos leonados o blancos y de color crema en el vientre y en las coberteras inferiores de la cola; tienen el pico ganchudo, las alas cortas y redondeadas y la cola alargada. Poseen además en la cabeza una característica cresta de plumas eréctiles.


Las aves de la familia de los Cariámidos



La forma de más amplia difusión es la chuña o sariá (Cariama cristata), que se encuentra desde el centro y este del Brasil hasta el noroeste de Argentina y Uruguay. Se trata de una especie que las poblaciones locales mantienen en un estado de semidomesticidad, criando a los pequeños tan pronto como salen del nido y acostumbrándolos a moverse entre las cabanas de las aldeas y a actuar como auténticos perros guardianes.

La otra especie es Chunga burmeisteri, que únicamente se encuentra en el noroeste de Argentina y en la región occidental del Chaco del Paraguay. Frecuenta las espesuras abiertas y espinosas, donde se muestra muy retraída como consecuencia de la caza de que es objeto. Se trata de animales terrícolas, aficionados a caminar y a correr por el suelo más que a volar y cuya dieta, bastante variada, comprende desde insectos a reptiles, pequeños mamíferos, bayas, semillas y hojas.

Costruyen su nido sobre un árbol o un arbusto, consistente en una plataforma rudimentaria montada sobre unas estacas en la que depositan dos o tres huevos, empollados tanto por el padre como por la madre. Los pollitos nacen cubiertos de plumón rojizo y permanecen poco tiempo en el nido, pues crecen rápidamente y muy pronto están en condiciones de seguir a sus padres en busca del alimento.

Las aves del océano

Los cuidados de los padres y la defensa del nido. Las crías se defienden por sí solas de los importunos. Los vínculos de la pareja después de la ceremonia nupcial. Los "agujeros-nido" de las aves de las tormentas.


La familia de los Diomedeidos (Diomedeidae) ofrece un punto de partida para ciertas consideraciones de carácter general sobre el comportamiento social y sexual de las aves marinas del orden de los Procelarifor-mes (Procellariiformes).



Cuales son las principales aves del océano



Una vez satisfechas las necesidades de supervivencia a través de las llamadas actividades de mantenimiento, la existencia de un ave marina (pelágica), como por otra parte la de cualquier otro animal, gira en torno a la reproducción. La sociabilidad surge para cubrir estas necesidades, una sociabilidad que se traduce en llevar una vida en comunidad en la que el comportamiento sexual es precisamente su componente más importante.

La formación de la pareja exige ante todo y sobre todo que el individuo busque un compañero y, por banal que pueda parecer esta afirmación, el hecho comporta el abandono de determinados mecanismos y actitudes con los que se protege el individuo durante el período que no dedica a la reproducción, al objeto de establecer la intimidad necesaria entre macho y hembra. Los mecanismos a través de los cuales se mantienen e interrelacionan los comportamientos para preservar la "defensa" individual, modificados a fin de estrechar el vínculo sexual, constituyen aquel complejo fenómeno al que los etólogos ingleses aplican el término inglés intraducibie de "display".


La palabra sirve para indicar todo el conjunto de-actitudes y exhibiciones que componen el cortejo, así como aquellas relaciones entre individuos conectadas de algún modo con el ciclo reproductivo. En las aves marinas, el "display" es recíproco (es decir, son idénticas generalmente las actitudes en el macho que en la hembra), hecho posible gracias a que las especies son monógamas.



Las espectaculares ceremonias colectivas de las aves polígamas (como los combatientes) tienen finalidades muy diferentes. De poder hacerse una comparación antropomorfa, las aves marinas forman matrimonios fieles y estables y, por regla general, ambos cónyuges comparten por igual los deberes relativos a la defensa del nido, incubación y cría de los hijos. Es frecuente que después del acoplamiento y de la apertura de los huevos prosigan las ceremonias nupciales, al objeto de mantener firmes los vínculos que unen a la pareja. El "display" recíproco es, pues, una especie de vínculo emotivo útil para el buen éxito de la reproducción.

Los agamúes

Los Psófidos, con un solo género (Psophia) y tres especies que llevan el nombre de agamúes, junto con los Arámidos se diferencian de los restantes gruiformes en el hecho de no ser ni migratorios ni frecuentadores de pantanos, pese a vivir en bosques húmedos.

Aparte de esto, al igual que el carao, presentan rasgos intermedios entre las grullas y los rascones. Miden entre 43 y 53 cm de longitud, poseen una coloración negra con reñejos violetas, verdes y broncíneos, particularmente en la base del cuello y en las coberteras alares; las secundarias y terciarias son blancas, grises o tostadas. Su pico es corto y robusto, y está algo curvado.



Las tres especies se encuentran todas en las regiones que bordean el Río Amazonas y todas ellas (P. leucoptera, P. viridis y P. crepitans) poseen costumbres similares. Se mueven por el suelo de los bosques, a veces incluso en grupos numerosos, difícilmente levantan el vuelo y, para escapar de los depredadores, corren velozmente entre la vegetación y no dudan en atravesar a nado un río cuando se interpone a su paso.



La alimentación de los agamúes



Su alimentación es esencialmente vegetariana, aun cuando tampoco desdeñan los insectos y otros pequeños invertebrados. Durante el período de celo ejecutan ciertas danzas parecidas a las de las grullas, en ocasiones efectuando saltos "mortales" y frenéticas acrobacias cuando se encuentran en calveros del bosque.

Es curiosa su costiraibre de construir el nido en el hueco de la parte terminal de viejas palmeras y de alguna otra planta, si bien en ciertos casos la nidificación tiene lugar al pie de los árboles. Parece que las vocalizaciones semejantes al sonido de una trompeta, producidas por su larguísima tráquea, desempeñan una función social.


Efectivamente, la actitud de imposición de los individuos dominantes es efectuada con las alas totalmente desplegadas, gesto acompañado de la emisión del característico sonido de trompa. Son animales muy domesticables y demuestran saberse defender bastante bien en cautividad de los individuos que no congenian con ellos.

La familia de los Rálidos

La familia más importante del orden de los Gruiformes es la de los Rálidos, prácticamente cosmopolita, que comprende el número más elevado de especies (unas 123 vivas). Los Rálidos poseen el cuerpo comprimido lateralmente, con la columna vertebral bastante flexible, que les permite serpentear rápidamente incluso entre la vegetación más densa.

Tienen las patas largas, como también los dedos, que están además dotados, en algunas especies, de unos lóbulos o pequeñas expansiones cutáneas que les permiten desplazarse sobre el fango y la vegetación flotante, así como nadar. Dadas sus cortas alas, son pésimos voladores y, en cualquier caso, casi todos ellos incapaces de un vuelo largo y sostenido.



Por lo general, ambos sexos se encargan de la construcción del nido, en terrenos pantanosos. Ciertas especies más pequeñas consiguen "esconder" el nido mediante la construcción de una especie de tejado constituido por las hierbas que lo rodean.

Los pequeños nacen cubiertos de plumón negro y con las alas provistas de un espolón córneo, que les facilita el camino cuando tienen que superar algún obstáculo. Muchos rálidos presentan placas frontales que, en el período de la reproducción, aumentan de tamaño. Entre las pocas señales comportamentales conocidas figura la cola levantada, que es una muestra de irritación frente a los individuos de la misma especie. Viven en tierra y únicamente salen de sus refugios durante la noche; su dieta alimenticia está constituida tanto por vegetales como por animalillos.



Las principales aves de la familia de los Rálidos



El género principal es Rallus, al que pertenece el rascón (R. aquaticus), de distribución paleàrtica, caracterizado por su pico rojo, un poco curvado hacia abajo, y su plumaje oscuro y rojizo, con jaspeados negros en las regiones superiores, gris en el resto del cuerpo y jaspeados oscuros en los flancos. Pertenecen al mismo género R. longirostris, R. elegans y R. limicola de América del Norte, R. striatus de las Filipinas y R. pectoralis de Nueva Guinea.



El género Porzana presenta una distribución cosmopolita. A este género pertenecen la polluela pintoja (P. porzana) de pico amarillo, pies verdes y plumaje punteado y rayado de blanco, la polluela bastarda (P. parva) y la polluela chica (P. pusilla), las tres —como el rascón— vinculadas a las zonas pantanosas y a los estanques de Europa centromeridional. Anida, en cambio, en las praderas y en los terrenos cultivados el guión de codornices ( Crex crex), que en ocasiones se encuentra entre poblaciones de codornices.

Es sumamente elegante el calamón común (Porphyrio porphyrio), de plumaje azul oscuro con reflejos purpúreos en la espalda y azul turquesa en el cuello y pecho, zona de debajo de la cola blanca y pico, placa frontal y patas rojos. Su grito se parece al sonido emitido por una trompa. Está afincado en el sur de España.

En Europa es muy frecuente la polla de agua (Gallínula chloropus), que vive en, el agua y que, para levantar el vuelo, debe primero tomar carrerilla en tierra. Cuando está asustada, baja la cola de manera rítmica y confinuada; la placa frontal y el pico son rojos. Un pariente próximo del calamón común es el takahe (Notornis mantelli) de Nueva Zelanda, que está revestido de un plumaje verde azulado brillante, con la cabeza decorada con un gran escudo frontal rojo.

Los Pedionómidos

El único representante de la familia de los Pedionómidos es semejante a los torillos hasta el punto de que su nombre vulgar es el de torillo errante (Pedionomus torquatus); éste es frecuente en las praderas y llanuras del sudeste de Australia.



Se diferencia de los torillos verdaderos por la presencia de un cuarto dedo, la forma sumamente alargada y no ovalada de los huevos y, en el plano de la anatomía interna, por la persistencia de un par de arterias carótidas.



Las aves de la familia de los Pedionómidos



Camina, por otra parte, en posición erguida y a menudo parece desplazarse de puntillas mientras se dedica a escrutar el ambiente circundante por encima de las hierbas. Su pico, de mediana longitud, es bastante fino. Su coloración es de tipo críptico: tostado claro con manchas claras en las zonas superiores y más oscura en las inferiores.



Presenta un dimorfismo sexual bastante acentuado, con una coloración más brillante en la hembra. También en este caso se tiene la inversión de funciones de los sexos y corre a cargo del macho la función de empollar los huevos y de criar a los pollitos, en tanto corresponde a la hembra la de procurar el alimento y defender el nido excavado en tierra, en el que normalmente se ponen cuatro huevos.

La búsqueda del alimento de las aves

La familia de los Euripígidos es monotípica y comprende únicamente el ave sol (Eurypyga helias), llamada también garza del sol. Mide unos 45 cm de longitud, y tiene el cuello largo y fino y un suave plumaje blanco, negro, gris y tostado, con un delicado dibujo a base de manchas y jaspeados.

Es una especie típicamente solitaria, que se encuentra desde el sur de México hasta Bolivia y el centro del Brasil. Vive solitaria o en parejas a lo largo de los ríos que atraviesan los bosques, a veces a más de mil metros sobre el nivel del mar.


Con marcha lenta y acompasada se mueve a lo largo de las orillas fangosas de los ríos remansados y entre los riscos de los torrentes de montaña para ir en busca del alimento, consistente en insectos, pequeños crustáceos y pececi-llos que ensarta con el pico de un rápido movimiento. En caso de peligro, levanta el vuelo y se cobija entre los árboles.



Como es la búsqueda del alimento de las aves



Durante los cortejos, y también cuando adopta posturas amenazadoras, baja la parte anterior del cuerpo y mantiene alta la cabeza al mismo tiempo que, con sus alas desplegadas, forma una especie de semicírculo con el que muestra sus plumas de color castaño y anaranjado.



Levanta, además, la cola y emite roncas vocalizaciones. Acostumbra construir el nido en lo alto de un árbol o de una mata: la estructura del mismo es más o menos esférica, con un diámetro de unos 30 cm, y está constituido por hojas marchitas, raíces, hierbas y fango.

En la cima de esta masa un tanto voluminosa hay un pequeño hoyo revestido de hojas verdes en el que pone dos huevos, que empollará durante un período aproximado de 23 días. Resulta extraño que las crías del ave sol, pese a ser por su aspecto polluelos precoces, tienen durante un cierto tiempo necesidad de los cuidados de sus padres.

Las aves pardelas

Tienen la parte superior oscura y la inferior clara o presentan un tono oscuro uniforme. Las pardelas pueden dividirse en dos grupos principales según sus costumbres. Hay tres géneros (Procellaria, Thyellodroma y Calonectris), con patas bastante largas, alas más bien grandes y cola cuneiforme o redondeada que les permite volar y alimentarse tanto en la superficie del agua como en pleno océano. Las formas más "acuáticas" de las pardelas pertenecen a los géneros Adamastor y Puffinus: las alas, la cola y las patas son más cortas, y presentan los tarsos francamente aplastados, evidente adaptación para la captura de presas incluso bajo el agua.

Los Proceláridos pasan todo el tiempo en el mar, salvo durante el período de reproducción, y presentan un grado variable de sociabilidad, originado indudablemente en el hecho de que los diferentes individuos de una especie, o incluso de diferentes especies, se ven obligados a reunirse en aquellas zonas donde se concentra el alimento. Buena prueba de ello es que el fulmar gigante, que se alimenta sobre todo de las carroñas que encuentra en el hielo, muestra un grado menor de sociabihdad.



Los proceláridos, silenciosos cuando están en el mar, son decididamente canoros en las zonas donde nidifican, en las que durante la noche son particularmente activos. Casi todos ellos anidan en islas remotas, rara vez en tierra firme.



Cuales son las aves pardelas



Se ha sostenido que muchos Procelariformes, aunque no todos, son monógamos, hecho comprobado con la técnica del anillamiento. Cabría explicar esta fidelidad conyugal con el hecho de que el macho y la hembra se reencuentran repetidamente en el mismo nido, si bien no se sabe con exactitud qué ocurre con ambos "cónyuges" después de la incubación.

Las actividades propias del cortejo se inician al llegar al lugar elegido para hacer nido y parece que el largo intervalo que precede a Ja puesta sirve para que la hembra coma en abundancia y se provea de las sustancias suficientes para "fabricar" el huevo.



Comúnmente la incubación corre a cargo de ambos sexos, aunque es probable que las sesiones más largas correspondan a la hembra.



Pertenecen a esta familia algunas de las especies más amenazadas de extinción. La acción combinada de las actividades humanas locales con las de tipo "industrial" de las naciones vecinas ha provocado daños a menudo irreparables en el equilibrio natural, especialmente en la zona de las Indias Occidentales. Si nos atenemos a los relatos de un famoso capitán español de 1500, Diego Ramírez, anidaba en aquellos tiempos en las islas Bermudas un simpático procelárido al que los indígenas aplicaban el onomatopéyico nombre de "cahow" (Pterodroma cahow).

En 1609 sobrevino un período de terrible escasez para la población humana de la isla, lo que obligó a sus habitantes a alimentarse de "cahows", sobre todo de sus robustas crías, que capturaban fácilmente en sus nidos-madriguera. La colonia principal estaba ubicada en el islote llamado Cooper y fue tal la explotación humana de esta especie que, en 1616, el gobernador tuvo que promulgar un edicto con el que sancionaba la total protección de aquella ave, útil fuente de alimento en épocas de escasez. Por desgracia fueron muy pocos los "cahows" que sobrevivieron; es más, durante un período de tres siglos la ciencia consideró totalmente extinguida aquella especie.



Sin embargo, una mañana de junio de 1935, el director del laboratorio de New Nonsuch de las Bermudas recibía un paquete de parte del guardián del faro de St. Davies. Dicho director era el famosísimo ornitólogo y naturalista americano William Beebe. Podemos imaginar la sorpresa de aquel experto cuando, al abrir el paquete, se encontró un joven "cahow", considerado extinguido hasta aquel momento. Aquel ejemplar fue enviado a Robert Cushman Murphy, "superespecialis-ta" en aves marinas, para que confirmara la identificación, lo que hizo al momento.

En 1941 fue capturado otro ejemplar, pero hasta 1945, en ocasión de la construcción de una base naval en las Bermudas, no fue descubierta por dos oficiales norteamericanos la probable ubicación de la úUima colonia de "cahows".

En 1951, Murphy y Mowbray organizaron una expedición científica que condujo al descubrimiento de siete nidos de "cahows". Acosado por el hombre y los animales domésticos, el pobre "cahow" encontraba escasísimos lugares donde poder excavar su nido-madriguera, aparte de que debía sufrir la competencia que le hacía otra ave marina mucho más agresiva, el faetón coliblanco (Phaeton lepturus), que esperaba a que el primero hubiese terminado de excavar su madriguera para apoderarse de ella asaeteando al "cahow" a picotazos.



Con ayuda de diversas organizaciones científicas fue posible contratar a un "guardián permanente" encargado de custodiar a los "cahows". Éste fue Richard Thorsell, quien ideó una especie de "embudo" que permitía la entrada al nido únicamente a los pequeños "cahows" y dejaba fuera a los faetones. Gracias a este programa de conservación pudo constituirse en 1966 una colonia con 24 parejas.

La danza de las grullas

Una de las principales características de la familia de los Gruidos es su "danza", que en ocasiones adquiere todos los visos de verdadera danza nupcial, sobre todo cuando los machos, después de aislarse del grupo, lanzan gritos para atraer con ellos a la posible compañera. Si ésta acude, los dos se colocan frente a frente, erguidos e inmóviles, hasta que el macho, como para intentar un abrazo, abre sus alas.

En ese momento la hembra huye, seguida por su compañero, que da largos y solemnes pasos tras ella, aunque manteniendo alta la cabeza y las plumas pegadas al cuerpo.

En el segundo encuentro el macho inicia la danza propiamente dicha, exhibiéndose mediante evoluciones, reverencias y saltos de unos cuantos metros; a continuación recoge briznas de hierba y ramitas que ofrece a su compañera o somete a su observación, lanzándolos después al aire para recogerlos nuevamente al vuelo.



Esta danza puede repetirse varias veces. Por supuesto que el material utilizado para construir el nido procede de la vegetación de un estanque, en cuyas proximidades tendrá lugar el acoplamiento. Después del cortejo y el acoplamiento sigue la construcción del nido, la puesta de huevos que serán incubados por el padre y la madre que también se alternarán en el cambio de guardia. Cuando las grullas abandonan el grupo se vuelven extremadamente tímidas y suspicaces y se mantienen continuamente alerta.

El macho se ocupa también de los pequeños, que así que nacen y en cuanto se les secan las plumas están ya en condiciones de nadar. Las crías permanecen dos meses junto a sus padres, a los que abandonarán tan pronto como estén en condiciones de volar. La danza puede tener lugar también durante las pausas y en el curso de las migraciones. A menudo es, además, colectiva, altamente coreográfica y, en consecuencia, no siempre tiene características "nupciales". Aparte del período reproductivo, las grullas se alimentan en grupo.

Puede observarse entonces que algunos individuos parecen mantenerse apartados. De hecho, la función que desempeñan consiste en vigilar la zona y dar la alarma ante la proximidad de un peligro. En efecto, a la más mínima señal, todas las grullas huyen y no regresan a aquella zona, una por una, hasta que el peligro se ha alejado definitivamente. Durante las migraciones, las grullas se congregan en grandes bandadas, que vuelan día y noche en formaciones en "V", emitiendo poderosas vocalizaciones cuya finalidad consiste en mantener unido al grupo. Los Gruidos poseen cabeza pequeña, cuello fino y cuerpo fusiforme, con las rémiges más largas que la cola. Si exceptuamos las mayores dimensiones del macho, no existe en estas aves dimorfismo sexual. Su dieta está constituida por semillas y otros vegetales, complementada de vez en cuando con gusanos, insectos y ranas que encuentran en tierra avanzando lentamente, casi con solemnidad.



Como es la danza de las grullas



La familia comprende cinco géneros: Grus, Bugeranus, Anthropoides, Tetrapterix y Baleárica. El primero «s el más importante y comprende no menos de diez especies, de las que sólo nidifica en Europa la grulla común (G. grus). Se parecen a la común la grulla de cuello negro (G. nigricollis) de Asia central y la G. canadensis, del Canadá y de Siberia oriental. Conviene recordar también del género Grus a la grulla americana (G. americana), en la actualidad casi exfinguida, al igual que la grulla encapuchada (G. monachus) del Asia oriental, la grulla de Manchuria (G. japonenesis) y la grulla siberiana (G. leucogeranus). Es caracterísfico el plumaje de la grulla antígona o sarú (G. antigone) del sudeste asiático, que tiene la cabeza de un rojo encendido y el cuerpo gris.


La grulla carunculada (Bugeranus carunculatus), propia de África, mide unos 140 cm de longitud y su plumaje es blanco y gris, con excrecencias de color rojo vivo, recubiertas en parte de plumón blanco, a los lados de la cabeza y flancos de la garganta. La grulla damisela de Numidia (Anthropoides virgo), con sus 95 cm aproximados de longitud, es la representante más pequeña de la familia; vive en el centro-sur de Eurasia y presenta las mejillas, el cuello y la garganta de color negro y dos penachos de plumas blancas. Es parecida la grulla del paraíso (Tetrapterixparadisea), que vive en África, al sur del Sahara, y cuyas plumas rémiges parecen formar una especie de cola. En esa misma zona se encuentra presente también la grulla coronada (Baleárica pavonina), de color gris pizarra, alas y mejillas blancas, rémiges oscuras, cabeza negra brillante, carúnculas rosadas y un penacho dorado en la nuca.

El vuelo de los rascones

Los rascones buceadores (tres géneros monoespecíficos), difundidos en unas pocas regiones tropicales o subtropicales, componen la familia de los Heliornítidos. Por su aspecto general y en parte también por sus costumbres parecen combinar los rasgos de los somormujos, de los cormoranes, de las aves serpiente, de los patos y de las fochas, si bien presentan afinidades filogenéticas más estrechas con los Rálidos. Poseen el cuello más bien largo y el cuerpo alargado con las patas cortas y los dedos lobulados.



Su ambiente preferido es el acuático; son hábiles nadadores y buceadores, aun cuando saben correr rápidamente por tierra, manteniendo una marcha muy peculiar: en efecto, parece que vayan a tropezar y a caer de bruces. Se sabe muy poco acerca de su biología. Puede consignarse que su nido, constituido por cañas y ramaje, se encuentra instalado siempre entre la vegetación, a una altura de unos 3 m por encima del agua. Los huevos, dos o cinco (no se sabe nada exacto acerca del picaparo (Heliornisfúlica)), son empollados tanto por el padre como por la madre.


Como es el vuelo de los rascones



Al poco tiempo de romper el cascarón, las crías son acompañadas por uno de los padres, generalmente la madre, en la búsqueda del alimento. Acostumbran, además, agarrarse con el pico a las plumas de los padres, que los recubren con sus alas. Cuando la madre se zambulle para buscar alimento, se agarran a su lomo.

Sucede a veces que la madre, advirtiendo un peligro, arranca el vuelo, en cuyo caso lleva consigo a sus crías. El rascón buceador americano o picaparo (Heliornis fúlica) se encuentra difundido sobre todo en el Paraguay, mide unos 30 cm de longitud y puede encontrársele solo o en parejas a todo lo largo de los ríos de curso remansado y rodeados de vegetación densa.



Heliopais personata, de una longitud máxima de 60 cm, vive en el sudeste de Asia, y Podica senegalensis (difundida en gran parte de Africa, al sur del Sahara) tiene la costumbre de zambullirse a la más mínima señal de peligro, manteniendo fuera del agua únicamente la cabeza y el cuello. La longitud máxima de estas especies no supera los 60 cm.

Los Petreles buceadores

Uno de los grupos más singulares de todos los procelariformes es el de los llamados petreles buceadores, de la familia de los Pelecanoídidos (Pelecanoididae), compuesta por cinco especies propias del hemisferio meridional. Las especies, todas ellas pertenecientes al género Pelecanoides, ofrecen un clásico ejemplo de convergencia evolutiva, fenómeno gracias al cual especies de hábitos semejantes acaban pareciéndose "físicamente" por el hecho de actuar sobre ellas el mismo tipo de presión selectiva.


La semejanza existente entre los Pelecanoides y los Álcidos —como, por ejemplo, el mérgulo marino (Plautus alie)— afecta incluso al comportamiento: en ambos casos su vuelo es rápido y "vibrado", y para avanzar debajo del agua, lo hacen con las alas semi-abiertas. Con todo, los petreles buceadores presentan, en conjunto, costumbres bastante parecidas a las de los restantes procelariformes. Su nido es una "madriguera", que la pareja excava en terrenos bastante blandos, donde pone un único huevo.



El hecho de que estas aves no aniden en los terrenos rocosos limita de manera bastante definitiva su distribución, pues sólo encuentran terreno apto para la reproducción allí donde el suelo es propicio. Hay dos especies que llegan hasta Georgia del Sur y la isla de Herald, mucho más allá de la convergencia antartica: Pelecanoides georgicus y P. urinatrix.

Ésta última, denominada petrel buceador común, es la especie de más amplia difusión y anida también a todo lo largo de la franja oceánica preboreal, en islas como las Falkland, Tristan de Cunha y otras, hasta las zonas meridionales de Australia y Nueva Zelanda. Una tercera especie, P. exulsi, anida en el sur del Océano índico, en las islas Kerguelen y Crozet, así como en algunos islotes junto a las costas de Nueva Zelanda. Los archipiélagos escasamente explorados de la Tierra del Fuego y las zonas oceánicas limítrofes de América del Sur albergan al petrel buceador de Magallanes (P. magellani) que muestra una coloración blanca y negra mucho más "brillante" que la de sus congéneres.



Que son los Petreles buceadores



Las dimensiones de las especies citadas hasta aquí giran en torno a los 16 cm de longitud, mientras que la especie más conocida, el petrel buceador peruano, (P. garnotii), que anida en las islas del guano, frente a las costas peruanas y chilenas, supera los 26 cm. Con todo, esta especie parece actualmente mucho menos numerosa que en épocas pasadas, pues la extracción del guano la privó del "terreno" donde excavar el nido.

Si hubo un tiempo en que fue considerada como ave suministradora de guano, en la actualidad ha dejado de serlo y no se excluye que llegue a extinguirse. Los petreles buceadores se alimentan de crustáceos incluso planctónicos, pero no hay duda que en determinadas ocasiones, y de forma regular para la especie P. garnotii, la alimentación está constituida por los peces que en bancos numerosos frecuentan las frías corrientes de los océanos meridionales, como es el caso de los boquerones de la corriente de Humboldt.



La intensa pesca que actualmente se practica en las aguas sudamericanas del Pacífico ha mermado extraordinariamente las reservas de peces que en otros tiempos consumían estos pájaros, lo que ha hecho disminuir la reproducción y, con ella, la producción de guano.

Pese a que en el transcurso de la muda pierden a la vez todas las plumas remeras, impidiéndoles con ello el vuelo durante un tiempo, los petreles buceadores continúan alimentándose con igual eficacia que cuando funcionaban sus alas. Esta observación hizo pensar a George Gaylor Simpson que los Pelecanoides podían explicarnos de qué modo habían evolucionado los pájaros bobos a partir de sus antepasados voladores: tan pronto como la selección natural "descubrió" que era posible pescar bajo el agua sin las plumas remeras, favoreció la transformación de las alas en "remos".



La pintada crestada (Guttera edouardi), identifícable por el penacho de plumas negras y rizadas que ostenta en lo más alto de la cabeza, es extremadamente afín a las especies del género Numida, aunque difiere de ellas por la ornamentación de la cabeza. Es una especie típica de bosque y parece que es menos abundante que las demás pintadas en su habitat, que comprende desde el Valle del Rift hasta el Zambeze.

La pintada plumosa (Guttera plumífera) destaca por algunas de sus características peculiares, como el penacho de plumas rígidas que mantiene erguidas en la cabeza. En Kenia vive Guttera pucherani, que tiene desnuda la piel del cuello y la que rodea los ojos de color rojo, mientras que las restantes partes del cuello y de la cabeza son azul cobalto; frecuenta las zonas cubiertas de matorrales. Una de las pintadas más raras es la de pecho blanco (Agelastes meleagrides) de Ghana y Liberia, que muestra la cabeza de color rojo y completamente desnuda. La más pequeña de la familia es la pintada negra (Agelastes niger), propia de los bosques vírgenes de Guinea; se la conoce por sus costumbres retraídas y parece que no es gregaria, contrariamente a lo que ocurre en la mayoría de las especies.



El macho es seguido como máximo por un par de hembras. La pintada más elegante y que más se aparta del esquema general de la familia es, indudablemente, la llamada pintada vulturina (Ácryllium vulturinum) de Kenia y Somalia, que tiene desnuda la piel de la cabeza y gris-azul la del cuello, una franja de plumas cortas y suaves de color castaño en la nuca y el pecho y abdomen de color cobalto. Una gorguera de plumas puntiagudas y negras con el cálamo blanco, orladas de azul cobalto, baja desde su cuello y se extiende sobre su lomo confiriéndole al animal un aspecto grácil e imponente a un tiempo. El resto del plumaje es negro con manchas blancas; la cola consta de 16 plumas timoneras, con el par central más largo y puntiagudo.

Esta especie vive en pequeños grupos en los márgenes del desierto, en las tierras rojas y áridas con escasos matojos, ambiente donde falta el agua durante meses enteros, lo que condiciona que los únicos "recursos hídricos" existentes sean las pocas gotas de rocío que se condensan durante la noche sobre la escasa vegetación. Todas las pintadas son omnívoras y se alimentan de insectos así como de vegetales de todo tipo, desde semillas a hojas, bulbos y yemas.



Como una gran parte de su alimento lo consiguen escarbando en la tierra, cuando se les presenta la ocasión picotean también moluscos y algún que otro pequeño vertebrado. Una característica de los Numídidos es que ponen entre 10 y 20 huevos por nidada, que depositan en un hoyo excavado en tierra.

Su temperamento retraído y el habitat que frecuentan, muy poco favorable para la investigación, todavía no han permitido descubrir en la naturaleza el nido o los huevos puestos por las especies del género Agelastes, que no se han reproducido nunca en cautividad. Las especies que viven en terrenos más abiertos, salvo durante el período reproductivo, son altamente gregarias, aun cuando es un hecho que todavía no se ha estudiado a fondo ninguna pintada en su habitat natural.

 

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