Las luchas entre los pavos

A la familia de los Meleagrídidos se adscriben únicamente dos especies: el pavo común (Meleagrls gallopavo) y el pavo ocelado (Agriocharis ocellata). El primero, del que derivan las formas domésticas, está difundido en estado salvaje entre los Estados Unidos orientales y el sur de México. Muestra una complexión robusta y una longitud máxima de 110 cm.

Su cabeza es pequeña comparada con el cuerpo y posee un robusto pico; tiene la cabeza y el cuello desnudos y recubiertos de verrugas, una de las cuales cuelga a partir de la base del pico y es eréctil. En la parte superior del pecho presenta un largo mechón de cerdas, más desarrollado en los machos. Los machos son de mayor tamaño (más de 10 kg) que las hembras (máximo, 5 kg) y poseen el plumaje de color oscuro, con reflejos bronceados, verdes y cobrizos.



La reproducción va precedida por un ruidoso cortejo, en ocasiones violento, durante el cual el macho abre la cola en abanico, toca el suelo con las alas semiabiertas, pegadas al cuerpo, y retrae la cabeza hacia el lomo, al tiempo que emite un extraño y sonoro resoplido. Entre los machos se libran furiosas luchas, con el resultado de que el vencedor reúne a su alrededor un cierto número de hembras que, en una depresión del nivel del terreno, al amparo de la vegetación, pondrán entre 8 y 15 huevos.



Como son las luchas entre los pavos



Los pollos nacen al cabo de un mes y son atendidos por la madre. Una vez terminado el período de reproducción, los pavos continúan observando una vida social, si bien aparece una auténtica segregación de los sexos, en virtud de la cual los grupos se componen únicamente de hembras o de machos por lo que a los adultos respecta, mientras que los jóvenes de ambos sexos todavía seguirán mezclados durante un cierto tiempo. Una de las actividades diarias más regulares es la de abrevarse, que se practica por dos veces en el curso de las 24 horas y que en la práctica condiciona la distribución de los grupos.

En efecto, rara es la vez que los pavos se alejan de las zonas donde abunda el agua. Su alimentación es vegetariana aunque se complementa con insectos, sobre todo saltamontes, así como por pequeños anfibios y reptiles.



El pavo ocelado, actualmente limitado al norte de Guatemala y a la parte norte de Belice, se distingue del anterior por sus menores dimensiones, por poseer las partes desnudas de la cabeza, de color azul y provistas de carúnculas rojas, y por la presencia de ocelas azules bastante evidentes en la cola. Su comportamiento social es, en parte, diferente debido a que, una vez transcurrido el período reproductivo, no se produce la segregación de los sexos.

Estas dos especies habían sido en otro tiempo muy numerosas y estaban distribuidas en una zona mucho más extensa que la actual. Vale la pena recordar que en Nueva Inglaterra desapareció el último pavo salvaje hace aproximadamente un siglo. Gracias a las medidas de protección, ha podido salvarse la especie, lo cual es válido también para el pavo ocelado; con todo, en la actualidad estas aves están en fase de expansión en otras regiones.

El somormujo lavanco

Pocas especies animales han sido estudiadas tan intensamente en todos sus aspectos como el somormujo lavanco, que es además uno de los representantes más vistosos y de mayores dimensiones del orden de los Podicipitiformes. Se trata, en efecto, de un ave acuática por excelencia, que no abandona el liquido elemento hasta que, una vez construido el nido, generalmente flotante, se ve obligada a incubar los huevos. Aparte de esto, durante la primera semana a partir del momento en que se rompe el cascarón, tiene que ocuparse de proteger y dar calor a sus crias.

Éstas casi inmediatamente después de nacer están en condiciones de nadar; y cuando se cansan, buscan refugio en el lomo de sus padres (entre las dos alas replegadas). Pese a ser bastante gregario en determinados períodos, el somormujo lavanco no suele reunirse nunca en grupos numerosos. A veces, sin embargo, se han observado hasta cien individuos juntos. Las aglomeraciones mayores se producen durante el periodo de la muda —época en que los somormujos lavancos se quedan un cierto tiempo sin sus plumas remeras y, por consiguiente, no están en condiciones de volar— o bien hacia finales de invierno y principios de primavera.



En este último caso cabría explicar ¡a aglomeración con el hecho de que, en este período, no abunda el alimento, lo que provoca que se reúnan alrededor de las pocas fuentes de alimento un cierto número de individuos. Al propio tiempo, comienzan también a formarse parejas en el interior del grupo, al principio poco estables, pero que lo serán muy pronto gracias a la consolidación progresiva de los "vínculos" afectivos a través de rituales de cortejo particularmente vistosos, en el curso de los cuales se producen las exhibiciones de todos los ornamentos del plumaje.

La duración del vinculo de la pareja (los somormujos lavancos son monógamos) puede variar y disolverse inmediatamente después de la nidificación, o bien prolongarse durante más tiempo o, finalmente, relajarse durante un cierto tiempo para volverse a restablecer en otoño. En algunos casos la pareja permanece unida durante todo el año. Padre y madre se ocupan de la prole, pero entre los jóvenes y los adultos se establecen relaciones un tanto singulares. En efecto, cada uno de los progenitores se ocupa sólo de una parte de los hijos y "reniega", por asi decirlo, de los demás, precisamente de aquellos que son atendidos por el otro progenitor.

Asi pues, cada adulto tiene únicamente a su cargo, para alimentarlos, el hijo o hijos elegidos y es frecuente que maltrate a los restantes cuando se le acercan.



Características del somormujo lavanco



A modo de contraste con este sistema de "educación" tan rigido aplicado a los pequeños somormujos, cuando se dan dos incubaciones por pareja, es frecuente que los nacidos en la primera ayuden a los padres a alimentar a los más pequeños. Son evidentes las ventajas colectivas de un comportamiento tan altruista como el que acabamos de citar; menos clara resulta, en cambio, la ventaja individual, aun cuando no se excluye que el espíritu de imitación de los jóvenes pueda constituir una fuerte motivación.



El territorio puede ser defendido durante todo el año, aunque adquiere un significado muy concreto durante la reproducción, cuando el territorio familiar comprende las zonas de 'pesca" y las de refugio, aparte por supuesto del espacio de nidificación propiamente dicho. El esquema indicado es válido en condiciones óptimas, es decir, cuando hay abundancia de alimento (sobre todo peces) y de vegetación adecuada.

Las cosas cambian cuando el alimento comienza a escasear, pues entonces los somormujos levantan el vuelo y se dirigen a otras zonas para buscar alimento o escoger zonas de pasto comunes. En cuanto al comportamiento antagónico, puede decirse que la hostilidad no se manifiesta mas que en ocasión de las disputas territoriales o amorosas. Uno y otro sexo defienden enérgicamente sus propios derechos, aunque los más agresivos son los machos.



Se han descrito toda una serie de actitudes características que a menudo no son otra cosa que actos ritualizados. Para el observador atento resulta particularmente fascinante la llamada "danza del pájaro bobo" o bien el intercambio de material para el nido, de peces o de otro alimento cualquiera. Todos los ritos amorosos van acompañados de curiosas voces y llamadas mediante las cuales estas aves consiguen comunicarse.

El comportamiento de los somormujos en general, y del somormujo lavanco en particular, muestra una gran afinidad con el de otros grupos de aves acuáticas. Seria licito suponer, pues, una cierta afinidad morfológica y genética entre somormujos y colimbos. Ciertos investigadores, sin embargo, entre ellos el americano G. Sibley, pudieron demostrar con diferentes criterios la ausencia total de relaciones con cualquier otro grupo de aves acuáticas. La situación sistemática de los somormujos es, pues, un problema que interesa al ornitólogo en general y que exige un mayor perfeccionamiento de los métodos de investigación. La extraordinaria semejanza que presentan con los colimbos se reduce, pues, a un fenómeno de convergencia evolutiva.

La defensa de las aves jóvenes

Cuando un extraño se aproxima al nido, los jóvenes ponen en marcha un curioso mecanismo de defensa: "escupen" contra el importuno una secreción oleosa contenida en el estómago. En realidad, esta reacción es propia de todos los Procelariformes, con un proventrículo relativamente grande, provisto de una mucosa que forma "crestas" longitudinales.



Esta estructura particular permite la abundante producción de este tipo de sustancia, casi siempre de un color rojo anaranjado que, al ponerse en contacto con el aire, adquiere un aspecto ceroso. Aparte de su función defensiva, sirve además para impermeabilizar el plumaje, lo que queda demostrado con el hecho de que a menudo los albatros segregan este "aceite" a través de la nariz y, con ayuda del pico, lo esparcen sobre las plumas.

Muchas aves, cuando están asustadas, regurgitan el contenido del canal alimentario, no sólo para arrojarlo sobre su "enemigo" sino también para aligerarse y poder emprender más rápidamente la huida. Es probable, pues, que el hecho de que los Procelariformes escupan no constituya sino un perfeccionamiento de este mecanismo.



Como es la defensa de las aves jóvenes ante los ataques



Las especies que actualmente se reconocen como pertenecientes al género Diomedea son alrededor de una docena, mientras que se atribuyen al género Phoebetria tan sólo dos especies. El albatros por excelencia es el albatros viajero (Diomedea exulans), la especie de mayores dimensiones, con una apertura alar que supera los 3,30, m y en la que, caso excepcional entre los albatros, existe un dimorfismo sexual en la coloración del plumaje. No se debe al azar que esta ave lleve el nombre de viajera, pues se sabe de un individuo anillado en el nido y capturado a más de 10 ООО km de distancia.



En aguas árticas, además, se ha encontrado el albatros de cejas negras (Diomedea melanophrys) que, al igual que la especie anterior, anida en el hemisferio meridional y se mueve entre los 30° y los 60° de latitud sur. Las especies de distribución más meridional, que anidan en pequeñas colonias, pertenecen al género Phoebetria y no sólo difieren de los demás albatros por su coloración oscura y uniforme sino también por su cola más larga, en forma de cuña, y por su anillo blanco periocular.

Aves de las tormentas

Los paíños o aves de las tormentas, pertenecientes a la familia de los Hidrobátidos (Hydrobatidae), presentan dimensiones que varían entre las de una golondrina y las de un estornino, lo que hace que sean considerados como las aves pelágicas más pequeñas del mundo.

Tienen color oscuro, ceniciento, reavivado a veces por una mancha posterior blanca. Sus patas delgadas y bastante largas en relación con las dimensiones corporales presentan los dedos anteriores reunidos por una membrana (el primer dedo es sumamente pequeño o suele faltar). Las alas son bastante largas y la cola es cuadrada u horcada.



Desde el punto de vista estructural no existen grandes diferencias entre las aves de las tormentas y las pardelas, y, según opinión de algunos autores, no sería necesario subdividirlas en dos familias. Con todo, las veinte especies de paíños que actualmente se conocen son tan semejantes entre sí que parece lógico reagruparlas en una familia aparte. Por razones de conveniencia las aves de las tormentas pueden separarse en dos grupos, adscritos a cada uno de los dos hemisferios.

Las especies "meridionales" (entre siete y nueve según los diferentes autores) tienen alas más redondeadas, cola cuadrada y patas provistas de tarsos largos y de dedos cortos. Son sobre todo estas aves las que tienen la costumbre de "andar" sobre las olas con las alas desplegadas, comportamiento que precisamente les ha valido el nombre de "aves de San Pedro", por recordar a los marineros el "paso sobre las aguas" del apóstol. En realidad, lo que hacen estas aves es remover la superficie de las aguas para apresar más fácilmente los pequeños organismos marinos de que se alimentan.



Cuales son las aves de las tormentas



El prototipo de aves de las tormentas del hemisferio meridional es el paino de Wilson (Oceanites oceanicus) que, con toda probabilidad, es también la especie que cuenta con el mayor número de individuos. El grupo "septentrional" de las aves de las tormentas, en cambio, comprende como mínimo doce especies, también muy semejantes entre sí, cuyo origen evolutivo no está demasiado claro pese a que algunos, como W.R.P. Bourne, sostengan que se diferenciaron de un único antepasado "meridional" de costumbres altamente migratorias (y, por consiguiente, inclinado a invadir ambientes lejanos), como podría ser el paino de Wilson. Su vuelo recuerda el de las mariposas y las evoluciones que describen en el curso del mismo se parecen mucho a las de los charranes comunes. El mayor número de especies se localiza en el Océano Pacífico, donde encuentran una gran concentración de recursos alimentarios distribuidos a lo largo de las grandes corrientes.



Los Hidrobátidos no se apartan demasiado, en cuanto a costumbres, de las especies más grandes pertenecientes a las demás familias del orden de los Procelariformes. En la época de las incubaciones se reúnen en los islotes más remotos y deshabitados para excavar, en tierra o entre la vegetación, los agujeros que han de servirles de nido.

Es corriente, sin embargo, que depositen el único huevo que ponen en las anfractuosidades de alguna roca o en la madriguera de alguna otra ave. Sucede a veces que, antes de la puesta, el macho y la hembra estén juntos en la madriguera, donde al parecer se produce el acoplamiento.

No se conoce con detalle el cortejo de los hidrobátidos, dadas las grandes dificultades que plantea observar las costumbres de estas aves nocturnas que, por añadidura, desarrollan gran parte de su vida en el interior de la madriguera que ellos mismos excavan. Se sabe, sin embargo, que muchas aves de las tormentas realizan curiosos vuelos en círculo sobre el nido, a la vez que emiten extrañas vocalizaciones de tonos dulces y melodiosos como el paino de Leach (Oceanodroma leucorrhoa) o ásperos y guturales como el paino de Wilson.

El nido del albatros viajero

El albatros viajero, con una envergadura alarde más de tres metros es el ave voladora más grande de todas cuantas viven en la actualidad. Esta especie, conocida también como albatros vagabundo como indica su nombre latino (exulans), al igual que todos los demás albatros, anida y pasa una buena parte de su ciclo vital en los mares del hemisferio meridional.

El número de parejas nidificantes actualmente existentes parece oscilar entre las 10000 y las 20000. Una de las colonias de albatros viajeros mejor estudiadas está en Georgia del Sur, tierra insular subantàrtica que alberga como minimo 5 000 parejas nidificantes. Además de Georgia del Sur, entre las islas que dan cobijo a los albatros viajeros pueden citarse las Kerguelen y las Crozet. El nombre de viajero con el que se conoce a esta especie resulta sin duda muy acertado.



En Australia y Nueva Zelanda se han recogido ejemplares anillados en Georgia del Sur, es decir, individuos que hablan recorrido un enorme trayecto, considerando que, antes de llegar a la meta, hablan tenido que sobrevolar las costas antarticas.



Del único huevo puesto, a las seis semanas de iniciada la incubación nace una cria, que será atendida durante un periodo de tiempo muy largo, razón por la cual estos animales crian únicamente cada dos años. Los primeros en llegar al territorio de nidificación son los machos, al iniciarse la primavera austral: generalmente, una vez posados en tierra, permanecen largo tiempo junto al viejo nido, en muchos casos muy deteriorado o casi totalmente destruido.

El significado de la anticipación de los machos se hace evidente cuando aparece la hembra por vez primera. En efecto, antes de poner los huevos acostumbra hacer una visita al nido (raramente dos o tres visitas). Generalmente, los "aterrizajes" no sirven en este periodo más que para satisfacer el deseo de acoplarse, pues si el "marido anterior" no está presente, la hembra se acopla con otro macho.

Cuando llega la hembra, el macho deja de ocuparse de los demás machos e inicia las ceremonias de saludo, consistentes en realidad en exhibiciones reciprocas y sonoros golpes dados con el pico, apertura de las alas y posturas estáticas. Todas estas ceremonias apuntan sobre todo a consolidar los antiguos vínculos que mantienen unida la pareja. En el caso de formación de nuevas parejas, las ceremonias -cuya función es entonces la de reconocimiento individual definitivo — se prolongan durante más tiempo y en su inicio están menos .sincronizadas.



Como es el nido del albatros viajero



El macho se encarga de preparar el nido y permanece en su territorio, mientras la hembra continúa en el mar para hacer acopio de energías. Sólo poco antes de la puesta, la hembra termina el nido con el material ofrecido por el macho. Asi que está terminado, el nido parece una copa hecha de fango, terrones, hierbas y liqúenes, es decir, de todos aquellos materiales que el ambiente desolado de las ventosas y filas islas oceánicas puede ofrecerle. Hasta la puesta del huevo, además del consorte legítimo otros machos rondan a la hembra, ante la que se exhiben y con la cual intentan acoplarse. Una vez ocurrída la puesta, todo el ritual pasa a convertirse en un sistema de reconocimiento simple y eficaz para el "cambio de guardia" entre los dos cónyuges.

Todas estas normas regulan rigidamente el comportamiento de la hembra que, una vez iniciada la incubación, se niega a acoplarse de nuevo. El macho, en cambio, que en conjunto ha gastado menos energías que su consorte, todavía se siente con fuerzas, por lo que dirige su vitalidad hacia otras actividades, entre ellas la de empollar los huevos, debiendo a menudo arrancar del nido por la fuerza a la hembra para sustituirla.

Si un depredador intenta aproximarse al nido mientras el albatros empolla, éste se pone inmediatamente a la defensiva, dispuesto a abalanzarse sobre el intruso, al tiempo que golpea las dos piezas del pico y emite un fuerte ruido, semejante al de las castañuelas.



Los cambios regulares que van produciéndose a lo largo de la incubación tienen lugar por término medio cada 5-6 dias; por consiguiente, como la incubación dura unos 78-79 dias, hay unos 12 turnos. Con la llegada del invierno nace la cria, protegida alternativamente por sus padres.

Mientras uno de los dos se queda con el polluelo, el otro se dirige al mar en busca de alimento para él y para el hijo, que a los 30 días ha alcanzado ya los tres kilos y es demasiado voluminoso para que los adultos sigan cubriéndolo para protegerlo de la intemperie.

Poco a poco van mermando los alimentos y, a pesar de las temperaturas progresivamente más bajas, las crias dejan de ser atendidas. En su nido, el joven albatros viajero queda a merced del frío, del viento, de la lluvia e incluso de la nieve, abasteciéndose sólo con sus reservas de grasa. Una vez agotada ésta y después de casi nueve meses (verdadero récord de permanencia en el nido), se convierte en adulto y, por fin, levanta el vuelo y se aleja mar adentro.

 

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