Aves devoradoras de zooplancton

Otro grupo de especies muy semejantes entre sí es el formado por los petreles piquianchos, adaptadas particularmente al consumo de zooplancton, que recogen y filtran con su pico de bordes laminados directamente a partir de la superficie de las aguas. Los petreles piquianchos, de color gris azulado por la parte superior y blanco por la inferior, con manchas oscuras en la extremidad de la cola y en los recubrimientos auriculares, son tan parecidos entre sí que hacen difícil su clasificación.



Además, observados desde un barco que navegue en mares agitados, resulta imposible distinguir entre sí las diferentes especies. Según W.B. Alexander, existen cuatro especies diferentes reunidas en el género Pachyptila, dentro del cual únicamente P. belcheri no presenta ninguna subespecie.



Cuales son las aves devoradoras de zooplancton



El tercer grupo, que consta de un mínimo de 24 especies, reunidas en los géneros Bulweria y Pterodro-ma, comprende aves de medianas dimensiones, pico bastante corto, robusto y ganchudo, difundidas por las zonas centrales de varios océanos. Las especies de mayores dimensiones son las que poseen las alas más largas, la cola redondeada y las que practican un vuelo más rápido.


Por lo que respecta a la coloración, la mayoría de especies son polimórficas, aun cuando los plumajes en su fase clara tengan el blanco más o menos localizado en la cara y zonas inferiores del cuerpo. Hay algunas especies que, hasta ahora, sólo se han encontrado en su fase oscura. Las dificultades con que se tropieza en la identificación incluso de ejemplares guardados en museos explican en parte que últimamente se haya descubierto una nueva especie del género Bulweria (B. fallax) por obra del ornitólogo francés del Museo de Historia Natural de París, C. Jouanin.

Gruiformes malgaches

Madagascar da albergue a tres especies de Gruiformes, de una longitud aproximada de 26 cm, reunidas en la familia de los Mesitornítidos. Se caracterizan por la extraordinaria reducción de las clavículas, posiblemente consecuencia de su escasa aptitud para el vuelo, así como por la presencia de cinco penachos de plumas especiales (plumeros). Estos plumeros, de crecimiento continuo, desempeñan la misma función impermeabilizante que el uropigio, pues se transforman en un "polvo" que es distribuido a través del pico y de las patas.



El plumaje de los Mesitornítidos es de color parduzco, castaño, gris y oliváceo por la parte superior y blanco o leonado con manchas por la inferior. Son exclusivamente terrícolas y viven en los bosques y boscajes donde, en la época de la reproducción, construyen un nido sobre matojos o arbolillos, a poca distancia del suelo, es decir, accesible sin necesidad de volar.



La familia de las aves gruiformes malgaches



Parece que ponen en él un solo huevo del cual, después de un corto período de incubación, nace un polluelo que, a las pocas horas, está ya en condiciones de seguir a sus padres y, a las tres semanas, puede iniciar una vida independiente.



La monia (Momias henschi) vive en la sabana cubierta de matojos de la parte sudoccidental de la isla. Parece que las hembras de esta especie se acoplan con diferentes machos, a los que corresponde el cuidado del nido y la incubación de los huevos. Las otras dos especies son la monia unicolor o polla malgache (Mesitornis unicolor), que tiene su habitat en los bosques fluviales de la zona este de Madagascar, y Mesitornis variegata, propia de los secos bosques nordoccidentales.

Las aves Procelariformes

Una característica común de la inmensa mayoría de los Procelariformes es su costumbre de regresar a las zonas de nidificación para ocupar el nido o la oquedad mucho antes de depositar en él un único huevo. Así, por ejemplo, los petreles llegan a las colonias inglesas en noviembre-diciembre, pero la puesta no empieza antes de mayo.



La pardela pichoneta, igualmente en Inglaterra, regresa en febrero y pone a finales de abril. Las poblaciones australianas de pardela chica (Puffinus assimilis) visitan en enero las escolleras de la costa occidental, pero aguardan el mes de junio para poner los huevos. En cuanto a la pardela pichoneta (Puffinus puffinus) y la pardela cenicienta (Procellaria diomedea), todavía no se ha estudiado suficientemente su situación en el Mediterráneo, aunque parece existir una cierta variabilidad entre las colonias.



Cuales son las aves Procelariformes



Es probable que haya que buscar la justificación de esta llegada tan precoz en la fortísima competición existente entre los adultos para encontrar un puesto en la colonia. La familia de los Proceláridos (Procellarüdae) a la que pertenecen las especies anteriores constituye el grupo más numeroso de los Procelariformes, e incluye, además, aves de considerable tamaño como el petrel gigante o fulmar gigante (Macronectes giganteus) que, con sus dos metros y medio de envergadura alar, tiene las dimensiones de un pequeño albatros. Según W.R.P. Bourne, los Proceláridos pueden dividirse en cuatro, grupos.

El primero comprende seis especies, los fulmares, de dimensiones entre medianas y grandes, aspecto macizo y cola corta. Hay cuatro especies pertenecientes cada una a un género monotípi-co propio que son exclusivas del hemisferio meridional, mientras que el género Fulmarus presenta formas muy parecidas en ambos hemisferios. La coloración varía desde el gris claro al tostado en las partes superiores, mientras que las inferiores pueden ser claras u oscuras en una misma especie, según la fase en que aparezcan. La única especie de color blanco puro es el petrel de las nieves, Pagodroma nivea, presente únicamente entre los hielos antarticos.



Los fulmares poseen un pico más bien ancho, provisto de un sistema de laminillas filtrantes (salvo en el fulmar meridional, Fulmarus glacialoides) que revela sus hábitos alimentarios originarios: en otros tiempos todas estas aves debían alimentarse primordialmente de plancton, si bien hoy la mayoría se nutren de los desechos arrojados al mar por los barcos de pesca industrial. Algunas especies han aprovechado este nuevo recurso alimentario, para aumentar considerablemente sus poblaciones y extender su zona de nidificación.

Aves buscadoras de babosas

El carao (Aramus guarauna) es el único representante de la familia de los Arámidos y está difundido desde el sur de Georgia y Florida hasta las Antillas y el centro de Argentina. Mide entre 58 y 70 cm de longitud, posee un pico largo y ligeramente curvado, el cuello alargado y el plumaje de color oliváceo con jaspeados blancos.



Observa costumbres terrícolas y está en condiciones de volar con una cierta desenvoltura, pues se mueve muy bien entre las ramas de los árboles de las zonas pantanosas.



Cuales son las principales aves buscadoras de babosas



En la época de la reproducción construye un nido muy tosco con vegetales que apenas sobresale del agua, sobre los matojos o incluso en la copa de los árboles bajos. Pone entre cuatro y ocho huevos y en la cría de los polluelos, que son nidífugos y nacen con el plumón de color castaño oscuro, participan tanto el padre como la madre.



Su alimentación está constituida casi exclusivamene por caracoles de agua dulce, especialmente los del género Ampullaria, que encuentran entre el fango o en aguas someras o bien en las orillas de los pantanos.

La función de los sexos en las aves

Los miembros de la familia de los Turnícidos, todos ellos del Viejo Mundo, recuerdan por su aspecto a las codornices por una parte y a los Columbiformes por otra. Son los llamadas torillos, que carecen de pulgar en sus patas, de ahí el nombre de hemípodos que se les aplica y que significa medio pie. Se trata de aves que viven en los ambientes de vegetación herbácea, típicamente tropicales o subtropicales; poseen alas cortas y redondeadas, con una cola también corta; por su plumaje recuerdan a las codornices, si bien tienen el pico algo comprimido lateralmente.

Entre los Turnícidos, los colores más vistosos y las mayores dimensiones corresponden a las hembras, que se encargan también de las luchas por la posesión del macho y mantienen parte activa en el cortejo. Es evidente que se asiste a un caso típico de inversión de funciones de los sexos.



Durante la época de la reproducción, la hembra, que posee unas particulares estructuras de los órganos vocales, emite una sonora llamada y, así que atrae al macho, comienza a caminar solemnemente a su alrededor con postura arrogante y la cola levantada, dando fuertes patadas y picotazos en el suelo.

En cuanto ha puesto los huevos en el nido, excavado apenas entre la vegetación herbácea, la hembra deja de ocuparse de nada más y abandona al macho, que queda al cuidado de la incubación y de las crías. Por lo observado tanto en la naturaleza como en cautividad, la hembra es polígama y pone sus huevos en los nidos de diferentes machos.

Es también curioso el típo de desarrollo de los pollitos que, transcurridos 12-13 días de incubación (período extraordinariamente corto tratándose de polluelos nidífugos), nacen recubiertos de plumón, siguen inmediatamente a su padre y, al cabo de dos semanas, están en condiciones de volar bastante bien y de ocuparse de sí mismos, pese a que todavía permanezcan un cierto tiempo junto a su padre.

Cuando cumplen unos quince días, inician los cambios de plumaje: primeramente pasan del plumón al plumaje juvenil, a continuación se produce una muda completa y se pasa al plumaje adulto, y posteriormente, al nupcial y postnupcial. Alcanzan bastante pronto la madurez sexual, lo que provoca que una hembra pueda poner los huevos a partir del cuarto o quinto mes de vida.



Cual es la función de los sexos en las aves



El género típico de la familia, Turnix, comprende no menos de 13 especies, seis de las cuales viven en la región de Australasia, mientras que las restantes están ubicadas en África, Madagascar, las zonas más cálidas de Asia y una sola de ellas llega hasta el sur de España: el torillo común (T. sylvatica).

Éste posee las zonas superiores de color gris rojizo, con manchas y rayas negruzcas, y las regiones inferiores de color más claro, a excepción del tinte leonado de los flancos y del pecho. Son bastante parecidos otros hemípodos, como suscitator (de Asia oriental y de la India), cuya hembra posee el cuello y el pecho coloreados de negro durante el período de la reproducción, y el torillo gigante (T. ocellata) de la isla de Luzon, en las Filipinas. Las especies más pequeñas son las australianas, que se caracterizan por su pico particularmente robusto, como en el caso del torillo de pecho rojo (T. pyrrhothorax).



El otro género de la familia es monotípico y comprende la especie Ortyxelos meiffrenii, que se encuentra en la zona árida y poblada de matojos de la franja tropical que se extiende desde el Senegal al África oriental.

Éste posee las partes superiores del cuerpo de color rojizo y las alas blancas y negras. Los torillos viven escondidos en las zonas áridas o incluso pantanosas, en las sabanas, en los terrenos abiertos o en el boscaje; sólo en raras ocasiones emprenden el vuelo y prefieren esconderse o huir corriendo.

Se alimentan de semillas de gramináceas, pequeños insectos y aquellos pocos invertebrados que pueden encontrar escarbando en tierra. Los torillos beben moviendo las dos piezas del pico y sin levantar la cabeza del agua, como hacen los pichones, y gustan de practicar los baños de arena, como los galliformes. Son casi todos sedentarios, aun cuando hay algunas especies migratorias o nómadas.

Las danzas colectivas de las grullas

En las zonas septentrionales de la región holoártica, desde el Mar del Norte al Pacifico, desde Alaska hasta el Labrador, la sonora llamada de "trompeta" de las grullas anuncia la llegada de la primavera. Se trata de bandadas que vuelan en formación en "V" y que, desde las zonas meridionales donde pasaron el invierno, regresan a los lugares de nidificación.

En las ¡andas de Eurasia vive, entre otras especies, la grulla común, una de las pocas especies de grullas del hemisferio septentrional a las que todavía es posible calificar de "común". Efectivamente, las restantes especies son extremadamente reducidas en cuanto a número y, tanto en el continente asiático como en el norteamericano, algunas se encuentran al borde de la extinción.


Asi que llegan de las regiones africanas y sudasiáticas donde pasaron el invierno, las grullas comunes forman grupos constituidos por diferentes núcleos familiares, compuestos de una pareja de individuos adultos y de diferentes individuos jóvenes, nacidos en la temporada anterior o incluso uno o dos años atrás.

Cuando el dia comienza a alargarse y la luz de la luna ilumina durante muchas horas la noche boreal, el observador atento que sienta deseos de estudiar el comportamiento de estas elegantes aves podrá llegar, orientándose por sus sonoras llamadas, hasta el lugar donde se entregan a sus "danzas" colectivas. En silencio, apostado al amparo de algún matojo, si la suerte lo acompaña y el frió de la noche no se lo impide, podrá asistir a uno de los espectáculos naturales más sugestivos que imaginarse pueda. Las aves primero se alimentan tranquilas durante un cierto tiempo.



De repente, una de ellas, irguiendo el cuello como para comprobar que a su alrededor reina la tranquilidad y que no hay depredadores a la vista, abrirá sus grandes alas y, después de proferir un grito metálico: "¡gru!", levantará de manera rítmica y alternativa sus patas al tiempo que dará un salto al aire.

Inmediatamente después, acompañándose de alguna otra señal sonora, el mismo animal hará una especie de inclinación con el cuello extendido, casi hasta tocar el suelo con la cabeza. Al llegar a este punto, en rápida sucesión o casi simultáneamente, se contagiará a los demás miembros del grupo el frenesí del "baile". Contempladas a la luz de la luna, las sombras de estas aves parecerán los fantasmas de una extraña zarabanda en la que los cadenciosos movimientos irán acompañados de imprevistos y súbitos "tañidos de trompeta".



Como son las danzas colectivas de las grullas



Tal vez la lejana y lúgubre risa de un colimbo o el aullido de una zorra añadan un toque de misterio a ese espectáculo que se repite invariablemente año tras año. Al cabo de un tiempo, tan de repente como se había iniciado, terminará el espectáculo y las grullas, después de recomponer sus plumas, volverán a transformarse en oscuras siluetas recortadas sobre la luz diáfana del cielo. De pronto batirán las alas y las grullas levantarán el vuelo y se perderán en el corazón de la noche.

Pero volverán a posarse más lejos y seguramente repetirán la misma danza, cuya reanudación podrá intuirse a través de las señales sonoras que se escuchen.



Durante muchísimo tiempo las danzas de las grullas fueron consideradas una componente fundamental del ceremonial del cortejo y, en consecuencia, se vincularon al ciclo reproductivo.

Sin embargo, parece que se ha comprobado en la actualidad que estas exhibiciones tienen un significado social y denotan más bien un estado de ánimo. Subsiste el hecho, sin embargo, de que las grullas comunes, al igual que otras muchas especies de grullas, fuera del período reproductivo se abandonan a menudo a este tipo de danza, cuyo significado en el plano comportamental está todavía por aclarar. Es posible que, al igual que ocurre en otras especies sociales, las exhibiciones reciprocas con respuestas iguales por parte de los respectivos individuos sirvan para consolidar los vínculos de pareja o de grupo familiar.

Por otro lado también pueden ser el resultado de una situación de conflicto en que la tendencia a luchar por una parte y a permanecer unidos por otra alcancen la misma intensidad y desemboquen en actitudes ritualizadas que neutralicen las tensiones sin llegar a formas de auténtica agresión. En términos poco científicos, aunque bastante gráficos, podría decirse que las grullas, a través de la danza colectiva, dan salida a todos los malos humores y tensiones reprimidas que con tanta frecuencia origina la vida en común.

La incubación en las aves

La incubación, que se prolonga durante un mes, corre a cargo de ambos progenitores, cuando menos hasta que se abren los primeros huevos. En ocasiones, después del nacimiento de las dos primeras crías, amorosamente atendidas por los adultos durante bastante tiempo, son abandonados los demás huevos para evitar que se abran y nazcan más crías.



Aunque efectúan una sola puesta al año, si se pierden los primeros huevos, puede haber una segunda nidada. Los polluelos, en el momento de nacer, están revestidos de plumón de color claro, con rayas oscuras muy marcadas; en ciertas especies, cuando las crías salen del cascarón tienen en la cabeza zonas desnudas de vivos colores. Hasta pasados dos años no se cubren de una librea igual a la de los adultos.



La única excepción está representada por el somormujo americano, cuyas crías nacen cubiertas de plumón claro en las zonas inferiores y gris humo en las superiores, con tonos uniformes y desprovistos de cualquier tipo de franja.



Como es la incubación en las aves



Ciertos autores atribuyen al factor coloración los intercambios que ocurren a menudo entre las crías, las cuales pasan de unos padres a otros, como si éstos no distinguieran del todo si corresponden o no a su nidada.

Sin embargo, existe otra interpretación que supone que, puesto que el somormujo americano, a diferencia de todos los demás componentes de la familia de los Podicipítidos, anida casi siempre formando pequeñas colonias, cabe considerar el intercambio de hijos como un hecho comportamental completamente natural.



A las crías de somormujo les gusta también hacerse transportar a lomos de sus padres, donde se esconden entre las plumas, por las que asoma únicamente su pequeña cabeza rayada.



En ese cómodo refugio pasan buena parte del primer período de su vida, incluso cuando el adulto se zambulle en el agua. No hay duda que tal comportamiento obedece al hecho de que las crías todavía no saben nadar con soltura, debido entre otras cosas a que su plumón no es impermeable. Sin embargo, en cuanto están en condiciones de valerse por sí mismas, los adultos se desprenden de ellas.

 

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