Aves de las tormentas

Los paíños o aves de las tormentas, pertenecientes a la familia de los Hidrobátidos (Hydrobatidae), presentan dimensiones que varían entre las de una golondrina y las de un estornino, lo que hace que sean considerados como las aves pelágicas más pequeñas del mundo.

Tienen color oscuro, ceniciento, reavivado a veces por una mancha posterior blanca. Sus patas delgadas y bastante largas en relación con las dimensiones corporales presentan los dedos anteriores reunidos por una membrana (el primer dedo es sumamente pequeño o suele faltar). Las alas son bastante largas y la cola es cuadrada u horcada.



Desde el punto de vista estructural no existen grandes diferencias entre las aves de las tormentas y las pardelas, y, según opinión de algunos autores, no sería necesario subdividirlas en dos familias. Con todo, las veinte especies de paíños que actualmente se conocen son tan semejantes entre sí que parece lógico reagruparlas en una familia aparte. Por razones de conveniencia las aves de las tormentas pueden separarse en dos grupos, adscritos a cada uno de los dos hemisferios.

Las especies "meridionales" (entre siete y nueve según los diferentes autores) tienen alas más redondeadas, cola cuadrada y patas provistas de tarsos largos y de dedos cortos. Son sobre todo estas aves las que tienen la costumbre de "andar" sobre las olas con las alas desplegadas, comportamiento que precisamente les ha valido el nombre de "aves de San Pedro", por recordar a los marineros el "paso sobre las aguas" del apóstol. En realidad, lo que hacen estas aves es remover la superficie de las aguas para apresar más fácilmente los pequeños organismos marinos de que se alimentan.



Cuales son las aves de las tormentas



El prototipo de aves de las tormentas del hemisferio meridional es el paino de Wilson (Oceanites oceanicus) que, con toda probabilidad, es también la especie que cuenta con el mayor número de individuos. El grupo "septentrional" de las aves de las tormentas, en cambio, comprende como mínimo doce especies, también muy semejantes entre sí, cuyo origen evolutivo no está demasiado claro pese a que algunos, como W.R.P. Bourne, sostengan que se diferenciaron de un único antepasado "meridional" de costumbres altamente migratorias (y, por consiguiente, inclinado a invadir ambientes lejanos), como podría ser el paino de Wilson. Su vuelo recuerda el de las mariposas y las evoluciones que describen en el curso del mismo se parecen mucho a las de los charranes comunes. El mayor número de especies se localiza en el Océano Pacífico, donde encuentran una gran concentración de recursos alimentarios distribuidos a lo largo de las grandes corrientes.



Los Hidrobátidos no se apartan demasiado, en cuanto a costumbres, de las especies más grandes pertenecientes a las demás familias del orden de los Procelariformes. En la época de las incubaciones se reúnen en los islotes más remotos y deshabitados para excavar, en tierra o entre la vegetación, los agujeros que han de servirles de nido.

Es corriente, sin embargo, que depositen el único huevo que ponen en las anfractuosidades de alguna roca o en la madriguera de alguna otra ave. Sucede a veces que, antes de la puesta, el macho y la hembra estén juntos en la madriguera, donde al parecer se produce el acoplamiento.

No se conoce con detalle el cortejo de los hidrobátidos, dadas las grandes dificultades que plantea observar las costumbres de estas aves nocturnas que, por añadidura, desarrollan gran parte de su vida en el interior de la madriguera que ellos mismos excavan. Se sabe, sin embargo, que muchas aves de las tormentas realizan curiosos vuelos en círculo sobre el nido, a la vez que emiten extrañas vocalizaciones de tonos dulces y melodiosos como el paino de Leach (Oceanodroma leucorrhoa) o ásperos y guturales como el paino de Wilson.

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